El mal colombiano

Columna del lector
13 de junio de 2016 - 02:00 a. m.

Los acuerdos de paz son sólo eso: unos acuerdos. No nos curarán, no serán un “abracadabra, violencia, te convierto en paz”.

Por Gladys Edith Niampira

Tal vez pasemos por un tiempo de no violencia, pero no por la paz como resultado de los diálogos, porque la paz no es la no violencia, porque los diálogos para los acuerdos no garantizan implantar en Colombia el derecho a no rogar por la vida en nuestras EPS, ni por la dignidad, ni por la educación para todos, ni por la igualdad de oportunidades; no garantizan la nutrición y protección de la infancia en todos los rincones del país; no responden a la necesidad de que a todos los colombianos se les contrate laboralmente en condiciones dignas, reconociendo el esfuerzo que significa educarnos, o por lo menos reconociendo que existen unas necesidades básicas, vitales, por las que hay que pagar; no garantizan que todos accedamos a espacios de cultura, un viaje al año, aunque sea aquí cerca, al menos; ni siquiera garantizan un helado a quien lo quiera un domingo por la tarde, o el derecho de todo niño a disfrutar su deporte favorito (no sé si me inventé este derecho, tal vez ayudaría a construir paz).

Son frágiles los diálogos porque no van a lo profundo del mal de esta sociedad maltratada, adolorida y doliente, que va por este valle de lágrimas con la razón y la sensibilidad perdidas, violada todos los días por la corrupción. La paz verdadera es la misma humanidad, es poder ser lo que queramos, sembrar lo que queramos, incluso legalmente la coca, ir al hospital que queramos y que nos atiendan por respeto a la vida, dejar de sentir que un policía y un honorable senador también nos pueden atracar y asaltar en nuestra buena fe, es sentir un poco de seguridad. Y son frágiles porque, a pesar de que lo intenten, no hay nada, absolutamente nada, que garantice las virtudes de la paz verdadera, que a la larga es humana y como tal imperfecta; no hay poder humano o divino que transforme realmente al hombre en un ser ético, porque el origen y la persistencia del mal colombiano es la falta de ética.

No se hablará de ética, o quién sabe, nos encantaría que sí, a ver si hablando de ese tema, tan ausente en las escuelas, en las universidades, en todas las instituciones, pero, más que nada, ausente en las vidas de tantos colombianos corruptos, paracos, guerrilleros, violadores, asesinos, bestias (no se me ocurre otro término para referirme a los victimarios del Bronx), terminan entendiendo que hay límites, que su brutalidad no puede seguir lesionando tanto la vida de los colombianos honrados y decentes. Por estas y por muchas otras razones la paz no es la no violencia. La paz es otra cosa, la paz la tiene que sentir la gente, y eso no lo garantizan los diálogos, porque son frágiles.

Lo anterior no significa que no se deban respetar los diálogos del proceso de paz. Al contrario, hay que respetarlos porque son justamente eso, la primera parte del proceso, la semilla, el sol naciente de lo que queremos tantos colombianos, aspirando a que la generación futura conozca cómo es vivir al menos un poco mejor, porque es indignante que siga pasando, que a la gente la masacren, la hagan gritar de dolor en las casas de pique, la hagan víctima del hambre, de la mala educación y de un sicario, la hagan víctima del odio, del resentimiento de otros, de cualquier dictadorcito enano demente con espíritu guerrero, eso sí, sin la dignidad de un guerrero de verdad.

Ojalá nos vaya bien en la mesa, ojalá esos negociadores sean éticos y le entreguen a Colombia unos acuerdos dignos de confianza, que se lleven a la realidad, y ojalá los monstruos sin ética, los enemigos del proceso, entiendan que su odio es muy mal negocio, que no nos lo ofrezcan más, que no lo necesitamos. Ojalá sea el primer paso para que los colombianos empecemos a forjar voluntad de ética para con el otro, no despojarlo, no matarlo, no robarse sus impuestos, no drogarlo, no violarlo, no etc. Mejor dicho, que empecemos a forjar voluntad de paz.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar