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El metabolismo de la obe-ciudad

Luis Peña
15 de octubre de 2016 - 06:39 p. m.

Nunca hemos disfrutado de tanta libertad ni nunca se ha visto tanta gente practicando ejercicio en las ciudades, pero tampoco hemos visto tanta obesidad y tanta obediencia como en la actualidad.

Por eso me parece pertinente hablar de la obeciudad, una imagen que viene de la combinación de las palabras obesidad, obediencia y ciudad. Si usted quisiera reproducir la obeciudad aquí está la fórmula. Primero, saque a los campesinos del campo y mándelos a la ciudad. Paralelamente, forme una serie de tecnócratas que expandan la idea de que la tierra no tiene ningún valor y que los agronegocios son la mejor manera de acabar con la ineficiente y poco sanitaria economía campesina. Estos también dirán que hay dejar la seguridad alimentaria en manos no de una producción diversificada y local sino de monocultivos con semillas certificadas, porque en un mundo lleno de tratados de libre comercio, no tiene sentido hablar de embelesos como la soberanía alimentaria.

Desarraigue a la gente para que coma sin tener en cuenta ni su geografía ni su historia y así ponerlos a comer como las corporaciones agrícolas y las farmacéuticas lo desean. Los tratados de libre comercio se encargarán de que la piramide alimenticia del país esté compuesta por productos importados y ultra procesados. Claro no se olvide de buscar en el camino un producto exótico que pudiera vender en los mercados extranjeros o impulsar la minería. Sáquele el jugo a un campo sin campesinos.

Despues meta a la gente en una ciudad sin parques y húndalos en deudas para que compren una casa en la que puedan meter todas las cosas que deben. Venda la idea de que la deuda es progreso e incentívela para cualquier tipo de compra. Haga que las cosas necesarias como la salud o la educación sean muy caras y que las cosas innecesarias sean baratas e importadas o, en su defecto, que se vuelvan imprescindibles y caras. Permita que la ciudad se construya para socializar en y para el consumo. El trauma de la inestabilidad financiera que genera la deuda, combinando con el arribismo que se traduce en incapacidad para controlar el endeudamiento, aseguran no solo la destrucción del patrimonio económico sino también el patrimonio mas importante de la salud de las personas, la flora intestinal.

Debilite el sistema de salud y convierta a los antibióticos y los analgésicos en su aliado de salud. Asegúrese de promover una cultura física basada no en la salud sino en el miedo a estar gordo. Claro, en esa cultura física sufrir de un problema de salud como cáncer, diabetes, colon irritable o problemas de tiroides, son pura mala suerte o son enfermedades de la edad que no tienen nada que ver con lo que se come y las angustias económicas. Repita que la deuda y la gordura son responsabilidades individuales para poder expandir la culpa moral sin la cual no se pueden seguir vendiendo productos financieros, productos comestibles y hábitos de belleza tóxicos.

Muy importante, no se olvide de promover la apatía social y política. Y claro, construya una educación para que la gente no entienda las interrelaciones del mundo económico y político con su vida cotidiana y su salud sino para que vea todo como cosas separadas.


PhD en geografía social
Email: lberneth@gmail.com

 

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