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Ella es culpable de su violación

Juan Carlos Botero
30 de junio de 2016 - 08:26 p. m.

He notado, con alarma, cómo en las discusiones acerca de la violación de una muchacha en Stanford de parte del joven Brock Turner, y su condena irrisoria de apenas seis meses impartida por un juez de California, el debate tiende a girar en torno a la culpa que tuvo la mujer en el asunto.

Para qué dio papaya, dice la gente. Si se emborracha y se viste de forma insinuante como una prostituta, luego no se puede quejar de las consecuencias. Los hombres no son máquinas, anotan, y si la mujer se embriaga y se les insinúa, y si se abre de piernas entre carcajadas, después no puede decir, en el último instante, “No, cambié de opinión”, porque ya es demasiado tarde y ella se expuso a esa situación. O sea: si la violan ella tiene la culpa, o, al menos, una importante cuota de la misma.

Es asombroso que en pleno siglo XXI siga operando esta mentalidad tan errada y machista. Eso fue, dicho en breve, lo que alegó el padre del violador. No es justo, afirmó, que a mi hijo se le acabe la vida por una acción de sólo 20 minutos. A pocos les parece preocupar que esa misma acción le acabó la vida a la víctima, a la mujer que fue violada, pero dejemos de lado ese punto por ahora. Lo cierto es que aquí hay una grave confusión de conceptos, y un peligroso desequilibrio de derechos.

En cuanto a los conceptos, digamos que si la mujer se vistió de manera inadecuada, algunos podrán pensar que eso fue un error. Yo creo que una mujer tiene derecho de vestirse como le dé la gana, y que su aspecto no se traduce en un permiso para ser violada; pero aceptemos, en aras de la discusión, que la mayoría piensa que ella se equivocó con su ropaje. Que haya ido sola a un bar de mal talante también, según muchos, fue un error. Pienso, por el contrario, que una mujer tiene derecho de ir a donde quiera, al igual que un hombre, y eso no disculpa su violación. Por último, que se haya emborrachado hasta perder la conciencia, agregan, también fue un error. Estoy de acuerdo con eso. Eso fue, sin lugar a dudas, un grave error. ¿Pero qué opinan de la violación? Sí, admiten esas mismas personas. Ése fue el error de parte del muchacho. Y aquí está la equivocación. Porque eso no fue un error. Fue un delito. Y no son la misma cosa.

Errores cometemos todos, pero no todos cometemos delitos. Y lo que hizo este joven fue un crimen. Que haya durado un minuto, o 20 o 60, es irrelevante, y lo justo sería que él pagara una condena proporcional a su delito. Esa confusión entre error y delito ocurre a menudo, y la gente olvida que, cuando se trata de un error, eso se repara con unas buenas disculpas. Un delito, en cambio, se castiga con una sanción o una pena de cárcel. Quizás ella cometió errores, pero no cometió delitos. Él sí. Entonces no confundamos una cosa con la otra.

En cuanto a los derechos, pienso que una mujer tiene el mismo derecho de un hombre, de poder cambiar de opinión, en el instante que le dé la gana. Se puede arrepentir de lo que está por hacer y decir No. Y ese No es inequívoco. Insistir equivale a violar. Porque si un hombre tiene la opción de cambiar de parecer incluso en el último segundo, igual lo tiene la mujer. Y más ella. Porque él, en el peor de los casos, se privará de una experiencia sexual. Pero ella, en cambio, está impidiendo que la violen. Y eso tampoco es la misma cosa.

 

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