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Escribir de política a dos días de la política

Arturo Guerrero
23 de octubre de 2015 - 02:35 a. m.

¿Escribir sobre política a dos días de la política? ¿Someter unas palabras a la condena a muerte decretada y ejecutada por la actualidad? Este es el drama de quien se niega a agregar más vanidad a la vanidad, más humo a la hoguera que todo lo destruye.

 

 

Ante la actual proliferación de libros y publicaciones, en tantos soportes, solo vale la pena agregar aquellos párrafos que enriquezcan lo ya dicho. Únicamente habría que comentar a Shakespeare, enmendar a Schopenhauer, rivalizar con Coetzee, viajar a donde no pudo Kapuscinski.

Manuel Vicent combina su oficio de columnista en El País de Madrid con el arranque de novelista. Ante críticas sobre el tema de sus escritos, un día de 1997 respondió:

“Escribo de política pero no de política inmediata. Escribo del sedimento que deja la política. La vida es una especie de rebaño caótico que va avanzando ciegamente y va dejando un rastro que es del que comen y beben los poetas y los escritores. Desde el punto de vista literario, me parece absolutamente inútil hablar de política”.

El rastro del rebaño: bonita metáfora para hablar del material digno de protagonizar palabras. Incluso el periodismo, ahora elevado a categoría Nobel, tendría que fijarse más en estos surcos de la historia, para liberarse del yugo de la roma actualidad.

La opinión sobre favoritismos electorales bordea los fingimientos de la propaganda. En la recta final del día ‘D’, los comentaristas suelen sacarse la máscara de imparcialidad celosamente instalada en sus caras de hombres serios.

Y “salen del clóset”, deliran en encomios hacia su candidato. Advierten, eso sí, que no pretenden obligar a nadie. Como si ignoraran las vías secretas que cursan los mensajes hasta el mecanismo donde los lectores fijan sus decisiones.

Pasar del alboroto de encuestas, foros, promesas, pullas, al sedimento elocuente del lunes poselectoral supone contemplar los acontecimientos desde la atalaya de unos metros y horas que despejen el sentido.

En esta tarea no es el tiempo el determinante principal. Lo decisivo es más bien el punto de vista, las gafas con que el analista escruta el impredecible pero rígido porvenir.

La antevíspera de hoy en Colombia oscila entre los términos de una paradoja. Por un lado se desarman los rebeldes que aspiran a competir en política. Por otro, se atrincheran los corruptos que roen la política. Este es el sedimento que deja la política.

En la mitad, turbados, los ciudadanos quieren solución para sofocos cotidianos: el bochorno de transportarse, el sobresalto de ser asaltado, el asco de las basuras derramadas. Y estas urgencias carecen de ideologías. Son política inmediata.

Así, la vida avanza caótica y ciega. Pero deja rastro, sedimento que marcará o futuras sangres o nuevos y estimulantes conflictos. La función de las letras es desentrañar esta ¨firme trama que es de incesante hierro¨, como la define Borges.

Para lograrlo, hay que pensar dos veces cómo escribir sobre política a dos días de la política.

arturoguerreror@gmail.com

 

 

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