Extrema derecha, aquí, allá, acullá

Arturo Guerrero
18 de noviembre de 2016 - 02:57 a. m.

No son las derechas las que se toman el mundo. Son las extremas derechas. Las derechas siempre han tenido la sartén por el mango. Los momentos de auge de las izquierdas son la excepción. La más larga excepción fueron los 70 años de la Unión Soviética, pero esa fue una izquierda que hoy da miedo.

De modo que la primacía de las derechas no es noticia. Dinero, poder, autoritarismo, siempre han ido de la mano. A lo máximo que han llegado las formas diferentes de hacer política es a establecer talanqueras a la avaricia y violencia de las derechas.

Las Naciones Unidas nacieron así. El entramado de los derechos humanos también. La Corte Penal Internacional, hoy en desbandada de países miembros, igual. Movimientos libertarios como el feminismo, el poder negro, el arcoíris de los homosexuales, mordieron reivindicaciones en el vasto imperio derechista.

Luego de la insularidad rebelde de Cuba, el siglo XXI pareció inaugurar una brecha de izquierda en casi la mitad de los países latinoamericanos. Algunos líderes dejaron carreteras, escuelas, disminución de pobres.

La corrupción, el populismo y el ansia de eternizar caudillos hundió esa contingencia. La derecha internacional aprovechó los errores de modelo económico y el inagotable "factor humano" de los redentores. Entonces torció estos destinos hacia el actual atolladero.

¿Qué es lo de hoy? El advenimiento de la extrema. Sí. No es la simple derecha, Es la "extrema" derecha. Aquí, allá y acullá.

El dinero suele ser aglutinante infalible. Como las riquezas del planeta todavía aparecen como extremas, el apetito de acumularlas al extremo produce la unidad extrema de las derechas. Las derechas, en plural, cuando se trata de acaparar petróleo, tierras, mercados, se convierten mágicamente en la derecha, en singular.

No hay gente más disciplinada, organizada y fundida en torno de un líder, que la de derecha. No hay gente más dividida, canibalizada y dispersa que la de izquierda.

La derecha es monolítica por instinto. Su olfato para el capital es matemático. Conoce exactamente para qué sirve el poder. Contabiliza cada centavo y cada empleo que se pueda brindar a un portero de edificio.

La izquierda cree en la deliberación interna, pues el objetivo de gobierno y de repartición está muy lejos. Le sucede como al Nadaísmo, corriente literaria integrada por cuatro poetas que estaba dividida en cinco tendencias.

Para unir a los izquierdistas es menester someterlos a régimen militar, al Gulag, a la KGB, a los escuadrones que tiemblan ante comandantes todopoderosos. De otro modo, las izquierdas funcionan en plural.

La derecha cuenta con la ignorancia, las religiones y el miedo. En vista de que la humanidad no ha salido de la prehistoria –así lo vislumbró Carlos Marx-, ignorancia, religiones y miedo prevalecen en todo el mundo. No en las grandes ciudades, no entre universitarios e intelectuales, que generalmente son "progres". Sí en la gleba, donde tiemblan las mayorías.

Cada vez que lo necesita, la extrema derecha toca sus cornetas bien brilladas. Lleva milenios sabiendo cómo.

arturoguerreror@gmail.com

 

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