Gracias, presidente Obama

Luis Carvajal Basto
22 de enero de 2017 - 09:00 p. m.

En los tiempos de pérdida de credibilidad mundial en la política, demostró que la buena política es posible, y que decencia, estatura intelectual, Humanidad y ética de lo público, en ambientes cargados de intereses enfrentados, no son incompatibles.

Luego de verle sosteniendo un pesado bulto, esperando un transporte público en algún camino polvoriento de su África ancestral, era difícil pensar que ese joven llegaría a ser presidente de la nación más poderosa del mundo donde, para completar, persistía (¿Persiste?) un abismo racial. Graduado de una de las mejores universidades de su país debía, aún, “cargar” con ello. Más difícil que llegar a la presidencia, mantener intactas su personalidad, sus principios, su sentido de Humanidad y su natural  sencillez. Más complejo, terminar dos mandatos con un 60% de aprobación, 23% arriba de su sucesor, luego de que su partido perdiera las elecciones.

Sus gobiernos no fueron fáciles: asumió en plena crisis financiera que provocó un parón de la economía mundial: respondió con políticas de incremento de la inversión pública  mientras la oposición  endureció su postura hasta llevar las cosas, en algún momento, hasta el cierre del gobierno. Habló claramente sobre la responsabilidad del sector financiero en la crisis y la  que cabía al Estado y los gobiernos precedentes en su origen. Mientras tanto, en Europa aún se discutía sobre si el Estado debía, o no, llegar tan lejos en su intervención. El tiempo le dio la razón: Estados Unidos pudo salir del hueco mucho antes que los países europeos, a los  que observamos irse “acomodando” a las recetas de Obama. Su postura salvó al mundo de una debacle que pudo ser peor que la de 1930.En su discurso de despedida lo rescató como uno de sus mayores logros al afirmar: “Revertimos la gran recesión”. El mundo lo sabe. También sabe que se lo debemos.

Con el viento en contra y un escenario internacional muy  complicado, incluyendo la espada de Damocles  de la recesión, pudo cumplir buena parte de sus promesas como candidato: Nunca antes, como en su gobierno, las energías verdes, una respuesta al cambio climático, tuvieron tantos estímulos; el acuerdo de Paris, que compromete  la reducción de emisiones contaminantes, siendo su país uno de los mayores emisores, fue ratificado por los Estados Unidos; 20 millones de sus conciudadanos más pobres conocieron la protección estatal en Salud ,y la economía pudo crear más de 14 millones de empleos. Su promesa de crear “nuevos puestos de trabajo en lugar de crear nuevas crisis” se cumplió.

El liderazgo mundial del presidente Obama  se ha podido medir: una encuesta de Gallup en 65 países en diciembre de 2015, finalizando gobierno, le concede un   65% de favorabilidad en Asia, 67% en la Unión Europea,85% en Colombia y 65% en Latinoamérica. Si existiera la figura de presidente mundial, sería elegido por aclamación.

Obama, en su discurso final, prefirió hablar  de principios que de intereses, dejando como legado   advertencias sobre los tiempos que ve venir, al recalcar que  “El orden  se fundamenta  no sólo en el poderío  militar de las naciones y debe construirse según las normas del Estado de Derecho, los derechos humanos, la libertad de religión, de expresión y de reunión, y una prensa independiente”.

“Este orden está ahora siendo desafiado, primero, por fanáticos violentos que dicen hablar por el Islam; más recientemente por los autócratas en las capitales extranjeras que ven en los mercados libres, las democracias abiertas y la propia sociedad civil  una amenaza para su poder. El peligro que cada uno plantea a nuestra democracia es de más  largo alcance que un coche bomba o un misil. Representa el temor al cambio; El temor de las personas que se ven, hablan u oran de manera diferente; Un desprecio por el imperio de la ley que responsabiliza a los líderes; Una intolerancia por el disenso y el pensamiento libre; La creencia de que la espada o el arma o la bomba o la máquina de propaganda es el árbitro supremo de lo que es verdad y lo que es correcto”

Gracias, presidente Obama, por recordarnos en cada momento, aun en aquellos en que  debió tomar decisiones complicadas para proteger el interés general, que la dignidad y  solidaridad Humana se encuentran por encima de cualquier tipo de interés; es decir, por su  ejemplo de buena  política, que no puede entenderse sin ese fundamento. Por rescatar su esencia y confirmar que  existe; por desempeñarse como creemos que los servidores públicos deben hacerlo.  Gracias, por aconsejarnos que “no tengamos miedo”  y dejar abierta la puerta de la esperanza.

@herejesyluis

Posdata: No recuerdo un presidente, de cualquier nación, que, días antes de retirarse  se le mida a un artículo científico sobre un tema tan candente como el cambio climático. Su postura en “El momento irreversible de las energías limpias” no  trata de politiquería, si no de convicción, liderazgo y conocimiento profundo. Puede verse aquí.  

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