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Hola Holanda

Aura Lucía Mera
26 de abril de 2016 - 02:10 a. m.

Recorrer la Feria del Libro es desconectarse del mundo durante unas horas y entrar en el universo infinito de las palabras, meterse a ese río de letras y dejarse llevar por la corriente sin querer buscar la orilla ni llegar a ninguna desembocadura... Encontrarse con torrentes, remolinos, remansos, tormentas y soles.

Palabras, palabras, diferentes cadencias, pensamientos, recuerdos, recuentos. Cada libro es un misterio, una invitación a viajes desconocidos, a escudriñar almas ajenas, a conocer insondables dolores, a vibrar con pasión las pasiones de amantes fugitivos, a crisparse de ira ante atrocidades inimaginables, a volar montados en ilusiones y esperanzas, a reconocerse en el otro.

Holanda es el país invitado. Una estructura piramidal naranja, el color holandés, resalta en ese enorme y desangelado recinto de Corferias. Arquitectura. Diseño. Espacios. Es como entrar un poco en el Jardín del Bosco, caminar los colores de VanGogh, o recorrer paso a paso la vida de Anna Frank. Sus mejores escritores en estantes de diseño novedoso, organización impecable. Hola Holanda se lució. Recomiendo Dividir para matar, del ensayista, sociólogo y sicoterapeuta Abram De Swaan.

Otro pabellón que se vistió de luces fue Random House Mondadori, editor de Svetlana Alexievich y de títulos de vanguardia, novedosos. Piloteada esta editorial por Gabriel Iriarte, va viento en popa, ofreciendo una estupenda selección de títulos.

Destaco cuatro escritores colombianos que me han movido el piso últimamente: Patricia Lara, Ricardo Silva Romero, Paola Guevara y Alfredo Molano. Cuatro obras diferentes. Cuatro estilos. Un común denominador: bien escritos, bien logrados. Cada uno deja huella e invita a la reflexión.

Patricia Lara, con El rastro de tu padre, plantea el dilema emocional de una hija fruto de un padre escogido en un banco de semen neoyorquino, la relación con su madre, la búsqueda de su origen, sus ilusiones y conflictos internos. Su rebeldía y su capacidad de amar.

Ricardo Silva Romero se aventura con audacia y valor a desnudar la historia de su familia, y con ella la historia de este convulsionado país, desde 2015 hasta 1932. Historia narrada hacia atrás. Homenaje a su familia que sin proponérselo se vio envuelta en el torbellino de la política y sus fanatismos y componendas.

Paola Guevara, quien se enteró de que su padre existía hace tres años. La búsqueda, el encuentro, su infancia solitaria a cargo de sus abuelos maternos. Mi padre y otros accidentes, escrito desde el fondo del alma, sin adornos ni máscaras. Duro y tierno. Confrontador y poético.

Alfredo Molano se mete A lomo de mula al corazón de las Farc y nos narra cómo se inicio este movimiento de campesinos que buscaban más equidad y justicia social. Sin sesgos. Hechos y verdades que aclaran nuestra historia.

La FILBO se lució. Hola Holanda se lució. Svetlana Alexievich se robó el corazón de los asistentes... Sencilla, sonriente, de mirada dulce y manos pequeñas que contrastan con ese espíritu indomable, ese valor al entrar a las profundidades del dolor humano, de escuchar, de relatar, de investigar y abrirnos la puerta para mostrarnos la realidad, el misterio, el dolor y la magia de su tierra . ¡Chapeau! ¡Nadie tiene disculpa para no leer!

P.D.: el único lunar, crítica constructiva: la lentitud y enormes colas para llegar al cajero a pagar un libro. Esto tiene solución: más personal, ¡meterse la mano al dril!

 

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