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La Habana: excelente trabajo

Luis I. Sandoval M.
30 de agosto de 2016 - 01:23 p. m.

El Acuerdo Final suscrito el 24 de agosto entre el Gobierno Santos y las FARC-EP no es perfecto en el sentido de que colme las aspiraciones de todo el mundo.

El Acuerdo para Terminar la Guerra no contiene todas las reformas y cambios estructurales que algunos esperaban guiándose por un referente maximalista, ni una justicia como ley del talión, ojo por ojo y diente por diente, para desatar una ola de venganza como otros querían.

Pero sí cumple cabalmente el Acuerdo con la exigencia de ser un pacto responsable con el país, las víctimas y la conciencia pública universal, de reciente formación y formalización en normas internacionales, en torno a los delitos atroces, delitos de guerra y delitos de lesa humanidad.

Enorme asombro causa repasar la travesía del acuerdo, agosto 2012 - agosto 2016, por un mar proceloso, negociando la mayor parte del tiempo en medio del conflicto y en un clima de pugnacidad y polarización. Ello no impidió que fuera terminado y firmado, y tampoco impedirá que triunfe por amplio margen el día del plebiscito. 

A pocos días de suscrito en La Habana, el texto del Acuerdo circula profusamente en separatas de periódicos, en magníficos resúmenes de prensa, inclusive se dispone de él en audio y pronto se tendrá en sistema braille para los ciegos y en lenguas autóctonas para las comunidades indígenas. Los sordos también lo podrán ver en lenguaje gesticular.  Por las redes virtuales se puede obtener con facilitad y leer en pantalla, o imprimir y anillar como otros hemos hecho.

Importa que en cada casa se tenga el texto, se realicen veladas hogareñas de lectura y todos los integrantes de la familia lo comprendan, se regocijen con la terminación dialogada de un conflicto tan largo y cruel, se dispongan a votar en el plebiscito y a hacer su parte en el cumplimiento de lo pactado.

La Semana por la Paz, 4 a 11 de septiembre, y el miércoles 21, día internacional de la paz, serán oportunidad para intensificar las actividades en hogares, colegios, universidades, sindicatos, lugares de culto, barrios y veredas, etc., a fin de conocer y socializar el Acuerdo. 
La formación de opinión propia en cada persona es muy importante cuando circulan tantas interpretaciones que tienden a simplificar y distorsionar. Si se toma en cuenta que se trata de terminar políticamente un conflicto de naturaleza política, un enfrentamiento por el poder, lo que adquiere protuberante relieve es lo que gana el país, no el reducido costo de poner fin al enfrentamiento.

Es una ilusión pensar que se podría obtener un resultado mejor. José Fernando Isaza, columnista de este diario, argumentaba hace poco: “es como si ya asegurada una ganancia de diez millones a mí me dicen eche los dados a ver si se embolsilla una de quince, claro si no saca los quince pierde todo”. Se cumple aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno.

He vuelto a leer el Acuerdo. No solo llena los requisitos básicos de un buen acuerdo en cuanto ganan razonablemente las partes sino que es completo, serio, equilibrado, innovador, transformador. Por donde se vea le sirve al país. Verdadera brújula para la próxima década. Se trata ahora de desarrollar el campo, profundizar la democracia, superar el trauma de las drogas, reparar a las víctimas.

La paz no puede reducirse a la competencia o rivalidad entre jefes políticos, la paz es la decisión que toma un pueblo para dejar atrás la barbarie y darle todas las posibilidades a la vida. Siempre el país ha premiado la paz aunque imperfecta.

@luisisandoval 

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