La identidad y el otro

Cartas de los lectores
10 de junio de 2016 - 02:46 a. m.

Un comentario a propósito de la violencia en los estadios, y una opinión sobre el reto de los partidos frente a la entrada a la política de las Farc.

La identidad y el otro

Fundamental que su editorial (“Combatir la violencia en los estadios”, El Espectador, 08/06/16) nos aterrice en el “estadio de la vida” donde no deben resolver las diferencias a mano armada, sino limpiar el alma, perdonar, sentar precedente y registro, no repetir, verdadera enmienda. Y mientras, como su editorial destaca: cual Europa, por ejemplo, identificarse para entrar al estadio y respetar pasiones; como digo, “si gana, si pierde, me quedo con el verde”, frase pacífica aprendida en el estadio de la 57, aplicable a nuestros primeros 57 que llegarán en menos incluso de una década... de años... Sí tener identidad pero sin tratar a quien piensa diferente como si fuese objeto. Mirar más para adentro que compararse con los que antes arrancaron y han alcanzado más y mejor.

Diego Casabianca Escallón.

Los partidos y el modelo económico

Ahora que muy posiblemente los que hacían política por medio de la violencia tomarán la decisión de cambiar de atmósfera y de estilo para difundir su pensamiento político respecto a la forma del modelo de economía que según ellos debe prevalecer, es urgente y muy necesario que los partidos tradicionales de Colombia, como otros que por disidencias se fueron formando, llamen a convenciones extraordinarias, con el único objetivo de explicarles a las familias de Colombia, cuáles son los modelos de economía que más les satisfacen para cumplirle a los fines centrales del Estado, para buscar el bienestar social para todos, obviamente sin brechas grandes en la distribución del ingreso nacional.

Considero que los partidos, desde ya, deben iniciar campañas por todos los medios de comunicación para contarles a los ciudadanos que las libertades del hombre en sus diferentes magnitudes no van a ser restringidas de ningún modo, ni se van a alterar con brusquedad las reglas de la democracia que, así no sea perfecta, es mejor que llegar a tenebrosas dictaduras, donde controlan hasta la movida de una hoja seca por razón del viento.

Rogelio Vallejo Obando.

 

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