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Las bondades de los transgénicos

Julián López de Mesa Samudio
18 de mayo de 2016 - 08:09 p. m.

Esta semana la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos, reputada entidad académica sin ánimo de lucro, publicó un informe de más de 400 páginas relacionado con los efectos de los organismos genéticamente modificados (OGM, popularmente conocidos como transgénicos) en la salud humana y su posible afectación al medioambiente.

Aunque el informe es cauto en sus conclusiones, los defensores de los OGM están de plácemes, pues dicho informe halló que no hay pruebas de que esta tecnología afecte negativamente la salud humana y que incluso su uso es beneficioso para el medioambiente.

La independencia de la entidad que publica y el rigor científico del informe hacen pensar que la polémica empieza a zanjarse en favor de la ingeniería genética aplicada a la agricultura, integrándolos definitivamente a la llamada Revolución Verde por la cual desde los años 60 se ha ido industrializando buena parte de la producción mundial de alimentos y se ha incrementado la productividad de las cosechas.

Este reporte y sus consecuencias a corto y mediano plazo son de vital importancia para nuestro país y para el modelo agrario que están planteando el Gobierno y un sector amplio de industriales para el posconflicto, por lo que este informe y sus efectos no pueden tomarse a la ligera.

A pesar de las conclusiones del estudio, los cuestionamientos frente a los OGM y al modelo de la Revolución Verde —del cual los OGM son parte de su segunda etapa (aquella que se dice más amigable con el medio ambiente pues los OGM, por su resistencia genética a las plagas, reducen dramáticamente el uso de pesticidas y químicos en los suelos)— van mucho más allá de las posibles afectaciones a la salud humana y a los beneficios medioambientales que dicen tener según el reporte.

No obstante el estudio, se sigue dudando de los OGM frente a las consecuencias a largo plazo que pueden tener ante la diversidad biológica y al balance ecosistémico, ya que con su utilización se privilegian pocos productos (por rentabilidad y eficiencia), desplazando e incluso eliminando otras especies; se critica la dependencia económica de los agricultores frente a las multinacionales dueñas de las semillas y el desbalance social que esto puede causar en comunidades rurales. Específicamente en el caso colombiano, se cuestiona que el uso de los OGM pone en peligro la soberanía alimentaria de la nación, haciendo dependiente de la voluntad de un puñado de empresas toda la seguridad alimentaria en Colombia.

Existen otros modelos agrícolas alternativos a la Revolución Verde y al uso de OGM que son rentables e igualmente eficientes: la agricultura urbana, la permacultura y los modelos biodinámicos de producción, los cuales son multifacéticos, pues tienen en cuenta los aspectos cuestionables antes mencionados de la Revolución Verde, además de factores culturales y sociales relacionados con el campo y la producción de alimentos.

Finalmente, hay que decir que aunque la entidad que redacta el estudio es independiente y no recibe financiación privada, algunos de sus miembros han desarrollado OGM y han sido consultores de compañías dedicadas a la biotecnología, por lo que los resultados y conclusiones del informe deben verse como mínimo con sospecha: ya en el pasado la industria de los aditivos para combustibles, la de los pesticidas, el asbesto y las tabacaleras, han utilizado a organizaciones en teoría independientes para perpetuar sus prácticas. Y ya todos sabemos en qué han terminado dichos estudios.

 

Atalaya.espectador@gmail.com, @Los_Atalayas

 

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