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Las nostalgias del Facebook

Beatriz Vanegas Athías
01 de marzo de 2016 - 02:00 a. m.

Fue Joao Guimarães Rosa quien dijo que cada nostalgia es una especie de vejez.

En esa vida paralela que vivimos millones de seres en el planeta llamado Facebook, no puede faltar la nostalgia. Allí en ese mundillo en el que hemos desnudado nuestros egos sin temor a que nos devore ese lobo llamado ridículo, se exponen nuestros sueños, nuestras grandezas, nuestras tristezas, nuestras simplezas y cómo no, nuestras nostalgias.

Los memes, esas frases que a veces se acompañan de imágenes y que se difunden por las redes reemplazando sin pudor al chiste, se han convertido en una especie de mensajes dirigidos a determinados públicos de acuerdo a su interés, edad, profesión, zona geográfica y evento o personaje universal o de actualidad. Algunos se vuelven virales porque es tal el ingenio y la creatividad de sus anónimos creadores, que siempre nos arrancan una carcajada e inconscientemente nos llevan a compartirlos con los seres que amamos. Otros, son francamente deprimentes y grotescos. Pero aquí quiero referirme a esa comunidad de memes que disparan nuestra nostalgia y nos llevan a evocar lo que fue y ya no es.

Si no jugaste “stop”…no tuviste infancia, anuncia el meme que vemos al abrir nuestra cuenta de FB, y de inmediato una evoca la hoja cuadriculada con las casillas nombre, apellido, animal, fruta, ciudad, cosa y total para escribir los puntos obtenidos en cada ronda. Y nos llegan a la memoria los ruanazos ortográficos cometidos para obtener los diez puntos de esa ciudad que inicia con la letra Y: Ypiliales, en Nariño se argumentaba para mayor demostración de la ignorancia ortográfica.

Si no te vacunaron en la escuela… no tuviste infancia. Entonces revisamos la marca indeleble que aún sobrevive en el brazo. Si no tuviste un tenis-patín… Surge de inmediato (y dolorosa) la raspadura sangrante en la rodilla. Si no jugaste con terneros de totumo… y florece el patio en donde pasaban los días arreando las vacas, toros y terneros hechos con los globosos totumos cuyas patas de madera caminaban gracias a nuestro albedrío.

Si no te hiciste otra piel con Colbón….; Si no te manchó el cuaderno la goma árabe…; Si no tuviste una de estas… y aparece en todo su esplendor la pelota de caucho con las letras en alto relieve y recuerdas el juego: “O A, sin moverme, sin reírme…” pero también te vuelve a doler la pierna con la presencia del balonazo que te ganaste por perder el juego.

Este Facebook nostálgico da en el clavo como dicen en la Costa Caribe, y nos inquiere con preguntas punzantes antes las que se proyecta imponente la película del recuerdo: ¿A quién no se le acabó el rollo cuando iba a tomar la mejor foto? Pues a mí sí, justo cuando pude entrar a aquel baile que amenizaba Poncho y Emiliano Zuleta. Y seguramente a usted también lector.

William Shakespeare sentenció que el pasado es un prólogo. El pasado nostálgico es un comienzo de lo que hoy somos (mejorados algunos, degradados otros): hijos de la cartilla de abecedario tricolor que se empezaba a dañar en los extremos; espectadores del gol de Oliver que nunca terminaba de entrar al arco; coleccionistas de betamax y de casetes para tener cerca al cine y a la música.

FB, esa otra vida que vivimos, se puebla poco a poco de nuestras necesidades más íntimas y la necesidad de la nostalgia es una de ellas porque nos ayuda a seguir vivos. Los memes que evocan nuestra infancia ida, lo hacen con humor. Seguramente para amainar la pena que produce algo que se ha tenido y que en la actualidad, ya no se tiene.
 

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