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Las pestes de Sucre

Beatriz Vanegas Athías
07 de junio de 2016 - 03:12 a. m.

Sucre es, junto con Córdoba, el departamento cuya forma de vida tiene características muy semejantes al feudalismo.

Ello sitúa al departamento en el siglo XV. El asunto es este: Existen grandes extensiones de tierra (o feudos) en manos de unos señores que si bien no son condes, ni marqueses, ni reyes, actúan como tal. Y ello empieza en esa suerte de elitismo que otorga privilegios divinos en pleno siglo veinte, al color de la piel y al aspecto físico bello, en oposición al sucreño negro, indígena y mestizo. Son relaciones humanas aparentemente signadas por la libertad, pero ello está muy lejos de ser así en la cotidianidad. En realidad, hay una tácita superioridad de estas familias que han obtenido la tierra, de manera honesta algunas, y otras (la mayoría) de manera inescrupulosa y delincuencial sobre el campesino de clase pobrísima y media-baja.

Estos dueños de tierras, que no son otros que los caciques políticos poseedores en su totalidad de la economía sucreña (incluyendo ese monstruo del mototaxismo) se guarecen de la ciudad que crece sin control, en cómodas mansiones en barrios exclusivos de Sincelejo, o apartamentos en Bogotá y en ciudades extranjeras. Sus hijos estudian en el exterior y muchos regresan a continuar la obra de sus padres. Mientras tanto, la clase media se debate entre una posición crítica ante este estado de cosas o una posición servil de la cual se aprovechan los políticos de siempre, que fungen desde sus fortalezas a través de la insana administración de poderes judiciales y administrativos surgidos por el abandono del gobierno central, que al mejor estilo de la clase media, se beneficia sin pudor de este avasallamiento rampante sobre departamentos ricos como Sucre.

Sin un proyecto económico claro y diferente al de la servidumbre; con una tendencia fanática a dejar el destino y el bienestar colectivo en la manos de Dios (abundan las congregaciones carismáticas, grupos de oración, entre otros) la capital y los municipios sabaneros y mojaneros padecen un desamparo inhumano.

Un desamparo manifiesto no sólo en la proliferación de esa moderna esclavitud que es el empleo informal; o en la Hidra de Lerna que es el mototaxismo…De acuerdo al Observatorio del Delito de la Costa Caribe, el panorama de los suicidios en la Costa Caribe entre el 1° de enero a 14 de mayo de 2016, el departamento de Sucre, junto a Atlántico, registra el mayor porcentaje de suicidios con el 17, 8 por ciento. El informe muestra que en Sucre se han registrado 22 suicidios hasta mayo 2016. Y un dato escalofriante: Los adultos mayores son el 28,6 por ciento; que en Sucre suceda la mayor cantidad de suicidios de la región Caribe en general y de la población adulta mayor, en particular, es el epítome de la inhumanidad.

De acuerdo a El Meridiano, de Sucre, un joven de Sincé es el más reciente caso de suicidio por ahorcamiento y se constituye en la víctima número 22 en 2016. Alfredo José de la Ossa colgó una cuerda en el patio de su casa y se ahorcó luego de padecer días enteros de depresión.

Usted visita el centro de la capital del departamento de Sucre y campea el desorden y el miedo al raponazo. La ciudad está tomada por potenciales ladrones y violadores llamados mototaxistas. Igual que en muchos pueblos, prolifera esa costumbre Caribe de conversar hasta la extenuación, porque, qué más hacer. Mientras tanto, los señores feudales saben de este incendio que ya está aquí, pero siguen atizando el fuego. Porque la carne que lo alimenta no es la de ellos, ni la de sus familiares.
 

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