Libre comercio e igualdad económica

Luis Carlos Reyes
07 de julio de 2016 - 03:11 a. m.

La política comercial ideal requiere libre comercio y redistribución de ingresos.

Una de las preguntas fundamentales de la economía es si se debe permitir que bienes, servicios, capital y trabajadores crucen fronteras internacionales sin impedimentos. Y un problema grave del discurso público es que tanto izquierda como derecha esgrimen argumentos trillados e insuficientes para lograr la igualdad y la prosperidad que el pueblo exige de sus gobernantes.

La izquierda invoca a los cocos ochenteros del neoliberalismo y el Consenso de Washington para advertir que el libre comercio es una herramienta de los ricos para enriquecerse a costa de los pobres. Por su lado, la derecha ve en estas advertencias sobre la desigualdad al coco decimonónico del comunismo. Atrapados en un discurso simplista, no se dan cuenta los unos ni los otros de que al pueblo no le sirven ni la igualdad sin prosperidad a la que lleva el repudio del libre comercio, ni la prosperidad sin igualdad de los fundamentalistas de mercado.

En contra de los simplismos, el consenso de la economía académica es este: el libre comercio aumenta los ingresos agregados de un país, pero favorece más a algunos sectores que a otros. Tiene una consecuencia crucial que se le olvida a la izquierda, y es que el aumento de ingresos alcanza para compensar a los que pierden a causa de un TLC. La redistribución necesaria para compensarlos no se da automáticamente, y se requiere la intervención del gobierno para otorgar transferencias monetarias y capacitación laboral a los afectados por la avalancha de bienes extranjeros y baratos que traen estos acuerdos.

Políticamente es sencillo ser enemigo de un TLC. ¿Pero con qué fin? Mucho mejor para aquellos que queremos una sociedad más igualitaria y más prospera decir que sí a los TLCs, siempre y cuando se repartan sus beneficios con equidad. El rechazo categórico de la integración económica sería malo para el país. Perjudicaría, sobre todo, a la población de bajos ingresos que se beneficia de las importaciones baratas y encuentra trabajo en las industrias exportadoras fortalecidas. Además, la negociación de TLCs podría usarse como imperativo político para exigir que se tomaran medidas serias en contra de la desigualdad.

Las consecuencias de repudiar el libre comercio y aislarse económicamente del mundo son catastróficas. Son, precisamente, las que tienen temblando a buena parte del Reino Unido, ahora que el sector menos informado y con tintes más xenófobos de su electorado logró que se aprobara su salida de la Unión Europea.

Decirle que no al libre comercio en busca de la igualdad económica es un error. Es reducir el tamaño del pastel que tenemos para repartir entre todos los colombianos, cuando lo que debemos buscar es un pastel grande y bien distribuido. Los que de verdad queremos igualdad y prosperidad, y no sólo hacer demagogia, tenemos que decirle sí a la redistribución de ingresos, sí al estado de bienestar y sí a la integración económica.

Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor Asistente, Departamento de Economía, Universidad Javeriana

Twitter: @luiscrh
 

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