La caída en la producción industrial en julio,- 6.2%, en el comercio y el PIB, son, en buena parte, una factura por equivocaciones de política y gestión.
La esperanzadora competitividad de nuestra industria, consecuencia de devaluación y no de mayor productividad, tuvo un preocupante tropezón en julio. Sus causas puntuales se relacionan con el paro camionero y la misma ANDI se ha referido a los efectos negativos que en la demanda y el crecimiento de la industria han tenido las alzas sostenidas en la tasa de interés.
En este caso no podemos “sindicar” a factores externos y la caída en el precio del petróleo, por el contrario, responsable de la devaluación que ha hecho más competitiva la producción nacional. Se trata, claramente, de dos equivocaciones; una de gestión y otra de política.
El paro camionero fue una cadena de improvisación desde donde se mire. La solicitud para fijar un flete artificial, por encima del precio de mercado, puede ser exagerada pero está fundamentada en factores como alto costo en gasolina y peajes, mal estado de vías y sobrecostos o “impuestos” que los transportadores han debido pagar a organizaciones ilegales para operar. Se ha dicho, con razón, que los fletes internos son más costosos que los internacionales aunque se trate de países tan distantes como China, por ejemplo. Eso es increíble pero cierto.
Aunque en esencia se trata de un acumulado de problemas sin resolver a lo largo del tiempo, la gestión en el sector está lejos del cumplimiento de una estrategia estatal o gubernamental que nos dirija a alguna parte, pareciéndose, más bien, a una colcha de retazos. El cambio de ministro (y de filiación política de los ministros entrante y saliente) coincidió con el paro. ¿Es más responsable de lo ocurrido la ministra saliente o el joven que llegó a apagar el incendio? Por demás, ante la gravedad del asunto y sus efectos, nos demoramos más de la cuenta en resolverlo(o aplazarlo, otra vez) .Un poco tarde recordamos que el interés general se encuentra por encima del que pueda tener cualquiera, aunque se trate de peticiones legítimas. En conclusión, gran parte del paro y sus efectos perversos son imputables a una deficiente, descoordinada y extemporánea gestión.
En el caso de la inconsistente e irracional subida en la tasa de interés ha quedado claro que el remedio, asfixiar la demanda, ha sido peor que la enfermedad, una inflación desbordada, sin que sirviera de mucho, cosa que el Banco de la República comienza a reconocer ahora al detener su incremento. Hablando de remedios, si un paciente fallece, por supuesto que se “solucionan” sus enfermedades, pero no es la idea ¿no? Nos quedamos sin saber si el enfoque de la junta tiene que ver con sus expectativas en el largo plazo o como una respuesta, o remiendo, ante un problema “coyuntural”.
Lo que ha resultado evidente es que la subida en la tasa pudo cumplir el objetivo de evitar una mayor devaluación, aunque no en el control de la inflación, relacionada con factores diferentes. De ser así sería una enorme inconsistencia con el mandato constitucional, y con una interpretación taxativa del control de la inflación, que la misma junta arguye con frecuencia para no “inmiscuirse” directamente con objetivos como generación de empleo y crecimiento.
Las expectativas para este 2016 no son muy alentadoras y resulta triste reconocer que en un periodo de gran dificultad para la economía mundial y regional, que finalmente nos llegó, una buena parte de resultados adversos tienen que ver con nuestras propias equivocaciones.