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Medallo: este año “six”

Guillermo Zuluaga
21 de junio de 2016 - 02:00 a. m.

En la retina quedará por mucho tiempo la imagen de Cristian Marrugo galopando de cancha a cancha y marcando ese segundo gol que oficializaría nuestra sexta estrella, y la tele que ayuda a construir memoria enseguida mostrará a Leonel Álvarez con su incombustible melena agradeciendo, dedicando.

Más allá aparecerá Raúl Giraldo Zuluaga y “el presi Silva” y más atrás se ve a David González, nuestro guardián del arco. Y claro, tantos dirán que ellos son los artífices de este nuevo título del Medellín. Y es indiscutible que ellos desde el escritorio, desde la raya y desde la cancha son los pilares de este nuevo campeonato. Y sin embargo...

Los medios masivos y las redes sociales contribuyen a que muchos hechos se ventilen casi en simultánea, y van construyendo nuevas verdades, pero el sexto título del DIM es, además, la cosecha de un acumulado histórico. Los hechos recientes dirán que hace tan poco el grupo “te quiero rojo” arrebató el equipo de nuestros amores a unos dirigentes que nos llevaban, como el tango, “cuesta abajo en su rodada”. Podríamos ir más atrás y recordar a Héctor Mesa en los años 80 sacando dinero de su empresa para traer nóminas de lujo; también a los Tobón de la Roche y a los hermanos Arriola que en los años 60 y 70 lucharon porque el Medellín estuviera aquí y dignamente, entre su ciudad y su gente. Devolvernos más atrás y destacar a Luciano Villa, comandando un grupo de amigos, quienes cuando el equipo iba a desaparecer hizo préstamos y trajo jugadores, entre otros al Charro Moreno, máximo referente de nuestro firmamento rojo. Cómo no evocar al “cura Burgos”, quien en la década del 20 sacó al equipo de sitios de élite y lo llevó a los potreros a jugar entre albañiles y zapateros para hacerlo popular. Medallo, ese del “cura Burgos” que ganó todos los títulos departamentales y fue base de la selección Antioquia, cuando no la selección misma. Medallo que desde entonces lo sentimos tan cercano.

La historia finalmente nos ubicará en el año 1913, cuando José Luis Restrepo y otros amigos pensaron en crear un team para practicar tan novedoso sport en aras de apoyar obras sociales en la ciudad. Ellos jamás imaginarían que 103 años después ese team llegaría a ser una de las instituciones de mayor raigambre al lado de nuestra amada Universidad de Antioquia, de nuestro hospital San Vicente de Paul, de nuestro Metro ,y claro está, de nuestro rival de patio. Somos referentes que damos identidad y pertenencia a esta tierra. Pero —que me excusen los del equipo rival— tenemos un plus: llevamos el nombre de esta ciudad que nos acoge.

Ahora bien, abundan imágenes de la tribuna que enmarcó ese triunfo deportivo. Personas ajenas no entienden esa fiesta de color y de eufonía. Esa explosión de creatividad en las gradas es la manifestación más genuina y amorosa de este sentimiento que se ha hecho centenario. Uno que no destiñe. Esa hinchada es la que debería ganar todos los títulos y honores. Porque los dirigentes, jugadores, cuerpos técnicos, pasan, pero ese sentimiento, representado en la tribuna, queda. Ese amor por el Medallo es el mismo que en las peores borrascas ha ayudado a que el equipo sobreagüe y haya encontrado nuevas orillas. Este año sí fue. Six fue, dicen los chicos. Ojalá esta alegría sea punto de partida de nuevos retos: en lo deportivo, claro, ir por una Suramericana, por una Copa Libertadores. A poquitos. Los hinchas del Medellín no sabemos de afanes. Pero también es importante mirar más hacia las gradas, donde no hay precisamente cifras sino personas. Y por ellas y con ellas hay que trabajar. Ellas representan un cúmulo de sueños y de amores que merecen ser apoyados y valorados siempre. Ellos esperan por una séptima y muchas más porque llevan esa pasión cosida al alma.

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