Mediocre

Gonzalo Hernández
20 de diciembre de 2016 - 02:00 a. m.

En diciembre los columnistas cedemos a la tentación de los balances de fin de año. Pero no somos los únicos.

El Banco de la República, más en papel de analista que de responsable de una de las ramas claves de la política económica, calificó de mediocre al crecimiento económico del año 2016.

Aunque la declaración se recogió como algo coyuntural, la mediocridad es asunto de varias décadas. El país ha fallado, en los últimos cuarenta años, en movilizar recursos desde sectores de baja productividad hacia sectores que son capaces de emplear más trabajo y capital, y de incrementar la productividad al mismo tiempo.

Para lograr la tarea, deberíamos (y debimos hacerlo desde hace tiempo) apuntarle a incentivar activamente la agroindustria o los servicios en áreas de alta tecnología, en lugar de depender de los vaivenes del precio del petróleo y el carbón.

Este cambio difícilmente puede ocurrir de manera espontánea, en especial en países como el nuestro que enfrentan serios obstáculos económicos e institucionales que nos dejan atrapados en trampas de pobre crecimiento y desarrollo.

Los obstáculos, muchas veces puestos ahí por las élites tradicionales, favorecen iniciativas rentistas en lugar de impulsar las ganancias de los capitalistas en sectores que premian el emprendimiento, la innovación y la competencia.

El nuevo gerente del Banco de la República debería considerar seriamente la idea de que es imposible remover esas barreras con una política económica pasiva y conservadora que, a pesar de sus resultados mediocres, se premia públicamente porque favorece la estabilidad. Se puede tener una economía estable y mediocre a la vez. ¿Ese es el plan?

No desconozco que con las experiencias macroeconómicas nefastas de los años ochenta (y recientemente Venezuela), sea razonable tener la idea de que los gobiernos y los bancos centrales pueden ser como jóvenes traviesos que deben ser atajados. Los gobiernos de turno pueden excederse en gastos, llevar al país a endeudamientos insostenibles y en varias ocasiones dejar crisis como parte de sus legados. Mantienen la popularidad de corto plazo y luego abandonan al Estado en condiciones deplorables.

Sin independencia del banco central frente al Gobierno, no es difícil imaginar hasta donde pueden llegar las travesuras del joven indisciplinado. Con un amigo patrocinador, con la emisión monetaria para financiar el déficit, las fiestas terminan en hiperinflación, recesiones y alto desempleo. La resaca es monumental.

Para evitar la parranda, les dieron fármacos depresores a los gobiernos y a los bancos centrales: reglas fiscales e inflación objetivo. Desde ese momento, con algunas excepciones, se comportan bastante bien: nada de fiestas, nada de guayabos; pero, cuando se les pregunta por su falta de creatividad, responden que eso no es problema de ellos. Dicen que ya bastante hacen con no poner la música en volumen alto y con no romper los regalos. Ellos dejan las condiciones listas para que la economía pueda crecer pero no son los responsables del crecimiento.

El nuevo gerente del Banco de la República podría propiciar que en lugar de mantener sedada a la política económica se discutan posibilidades para una coordinación responsable de las políticas fiscal y monetaria. Así, por ejemplo, se podría implementar una política de tasa de cambio real estable que fomente la competitividad de las empresas colombianas, tanto de aquellas que exportan, como de aquellas que ahora compiten con importaciones baratas que podrían eventualmente ser sustituidas con producción nacional.

Eso parece mucho más importante e interesante que tener una institución que sale bien librada con cualquier resultado mientras no haya una depresión económica.

Nuestro banco central es una institución sólida que ha sido por largo tiempo un punto de encuentro y formación de grandes economistas e investigadores. Estoy seguro que la gestión de la institución puede ser medida con una vara mucho más alta que la vara con la que se mide actualmente.

El autor es Profesor Asociado de Economía de la Universidad Javeriana

 

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