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Mercosur, a la deriva

Beatriz Miranda
09 de agosto de 2016 - 02:00 a. m.

El proceso de sucesión a la presidencia pro témpore del Mercosur desafía la institucionalidad del bloque y pone en tela de juicio la aplicación de la Cláusula Democrática, lo que ha provocado la más grave crisis del Mercosur desde su fundación en 1991.

El 29 de julio, Uruguay terminó su período en el ejercicio de la presidencia pro témpore del bloque, que, de acuerdo con sus normas, debería ser ejercida por Venezuela, ya que el artículo 5 del protocolo de Ouro Preto y la tradición del bloque establecen la rotación de los países miembros por orden alfabético.

A pesar de que el gobierno uruguayo recomendó que Venezuela asumiera la presidencia del bloque, Argentina, Brasil y Paraguay se resisten y demuestran preocupación con relación a Venezuela en la presidencia del Mercosur. Esto significa que, desde hace algunos días, el bloque no tiene una presidencia pro témpore, “esta función está vacante”, un hecho inusitado en los 25 años del bloque.

Paraguay ha pasado al gobierno de Nicolás Maduro la cuenta de cobro referente a la entrada de Venezuela en el Mercosur en 2012, justamente cuando Paraguay, su mayor contradictor, el que durante años impidió su entrada al bloque, estaba sancionado debido al golpe parlamentario perpetrado en contra del gobierno del presidente Fernando Lugo.

El canciller brasileño, José Serra, ha reiterado preocupación por la crisis económica por la cual pasa Venezuela, su déficit democrático y el tema de derechos humanos. Ha aprovechado la oportunidad para recordar que Venezuela no ha cumplido una serie de exigencias que atañen a los miembros plenos del bloque. En una carta enviada a los demás miembros del Mercosur, Serra señaló que “no hubo decisión consensual”, marca del Mercosur desde su fundación.

Es importante reiterar que el presidente argentino, Mauricio Macri, desde su campaña ya hablaba de la aplicación de la cláusula democrática a Venezuela, con el objetivo de expulsarla del bloque. No obstante, en los últimos meses la posición de este gobierno parece ser menos punitiva. No se sabe si este hecho podría estar vinculado a la candidatura de su canciller, Susana Malcorra, a la Secretaría General de la ONU y el posible apoyo de los países del Mercosur y sus aliados.

Por su parte, la Comisión de Asuntos Económicos del Senado brasileño rechazó la postura del gobierno interino brasileño: “La decisión contraría frontalmente los principales instrumentos jurídicos del Mercosur. Venezuela no está sometida a ningún tipo de sanciones en el ámbito del bloque”.

“Las razones alegadas para el incumplimiento de la norma jurídica del Mercosur carecen de fundamento técnico. El alegato de que Venezuela no puede asumir la presidencia del bloque porque no ha conseguido cumplir con toda la normativa del Mercosur prevista en el Protocolo de Adhesión es enteramente improcedente”.
En épocas anteriores, el Mercosur ha sido un importante mediador de crisis políticas en los países vecinos. Nadie desconoce la grave crisis política y económica por la cual pasa Venezuela, mas queda la inquietud en relación con el papel del gobierno interino brasileño y sus aliados regionales. La actitud actual agravaría aún más la crisis de este país a partir de un aislamiento diplomático y contribuiría a una mayor división en el interior del bloque.

El 12 de agosto vence el plazo para que Venezuela concluya la adhesión a la normativa del bloque y, posteriormente, los tres países volverán a reunirse en la búsqueda de una solución.

Mientras tanto, con relación al complejo escenario de la democracia brasileña, no ha habido ni una sola palabra del Mercosur. ¿Será que la normatividad del Mercosur puede ser resumida con la máxima: donde manda capitán no manda marinero?

 

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