Publicidad

Otro golpe a Buenaventura

Mario Fernando Prado
30 de junio de 2016 - 08:27 p. m.

Ni bien se había medio solucionado la alcaldada que pretendió atestarle a la ciudad-puerto la ignominia de paralizar la terminación del Nuevo Puerto Industrial Aguadulce —con una inversión de US$500 millones que generará mas de 2.000 empleos—, acto atrabiliario que ocasionó la inmediata reacción del Vicepresidente de la República, la Cámara Colombiana de la Infraestructura y los gremios regionales, y que terminó con el recule de la Alcaldía de la municipalidad, cuando otro hecho atenta contra el desarrollo y el progreso porteño:

La Empresa de Energía del Pacífico EPSA, que venía trabajando en dotar con una “Conexión Subestación Bahía y segunda alimentadora de Buenaventura con 115 kilovatios”, desistió de tan importante proyecto.

Y la razón no es otra que la invasión intencional sobre el trazado de la línea por parte de las comunidades, que construyeron a lado y lado de la misma más de 1.000 cambuches, exigiendo por ellos una suma que incrementaría el costo del proyecto en más de $20.000 millones.

Así las cosas, y luego de una inversión inicial de $12.000 millones, se pone en riesgo el suministro eléctrico que fue aprobado en 2010 por $37.000 millones y que en abril de 2016 asciende a $70.000 millones (88 % más del valor aprobado).

Como se sabe, esta línea alterna evitaría que por culpa de las voladuras de que ha sido víctima la que opera actualmente, se siga dejando sin luz al puerto más importante del país.

Además, se constituiría en un factor primordial para el establecimiento de nuevas factorías, previéndose que por no hacerse habrá restricciones del servicio en horas pico el próximo año.

EPSA se quedó con los equipos comprados, perdiendo una inversión cercana a $12.000 millones, y no está claro cómo se va a poder solucionar un problema cuyos únicos responsables son quienes están detrás de estas invasiones.

Lo más curioso es que el pasado diciembre se visitaron dichos cambuches y, ¡oh sorpresa!, la gran mayoría estaban vacíos. Ello corrobora que ahí lo que hay es una extorsión de los promotores y los invasores que se meterían al bolsillo miles de millones de pesos.

Si a lo anterior le sumamos el paro camionero que tiene paralizadas más de 100.000 toneladas de carga, la situación real de Buenaventura, duele decirlo, da para pensar en cambiarle el nombre a la ciudad-puerto y, muy a nuestro pesar, le llamaríamos “Malaventura”.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar