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Pasa la prueba

Santiago Montenegro
20 de diciembre de 2015 - 07:58 p. m.

Termina el año con una economía creciendo a un 3%, el balance más alto de los países grandes de la región.

Es verdad que existen amenazas serias, como un déficit en cuenta corriente de un 7% del PIB, una inflación cercana a un 7%, el desempleo y el déficit fiscal creciendo. Todo eso es cierto, pero, cuando se tiene en cuenta la caída en los términos de intercambio comerciales, que ha implicado, por ejemplo, una baja en los ingresos petroleros del Gobierno de unos $23 a $3 billones de pesos, podemos decir que la economía pasó la dura prueba del 2015.

La lección más importante que deja este año es, precisamente, la necesidad de contar con un mecanismo idóneo de estabilización del gasto originado en los ingresos petroleros. Porque es indudable que las reglas existentes para manejar las bonanzas han sido un enorme fracaso. En su lugar, se podría establecer una regla muy sencilla que fije un precio del petróleo de referencia como un promedio móvil de los últimos 18 o 24 meses. Cuando el precio del petróleo se encuentre por encima de dicho promedio, se ahorrarían dichos recursos en un fondo en dólares, para no afectar la tasa de cambio. Y, por el contrario, cuando el precio se sitúe por debajo de dicho promedio móvil, se desahorraría de dicho fondo para garantizar un nivel sostenible de inversión.

Una regla clara de esta naturaleza le daría mucha estabilidad al gasto público y a otras variables macroeconómicas, como la tasa de cambio, pero, además, serviría de contención a presiones políticas para expandir el gasto en épocas de supuestas bonanzas que no son sostenibles en el tiempo.

Al terminar el año, es de resaltar, una vez más, el blindaje que le prestan a la economía una serie de instituciones creadas en décadas pasadas y unas autoridades que han actuado con responsabilidad de acuerdo a sus reglas. Sin ninguna duda, dichas instituciones han demostrado, otra vez, sus bondades en épocas de turbulencia.

Como diría Douglass North, unas son formales y otras son informales. Entre las instituciones formales, está en primer lugar el Banco de la República con un grupo de funcionarios competentes y con una junta directiva realmente independiente. Un Ministerio de Hacienda y un Departamento Nacional de Planeación altamente técnicos, que interactúan entre si y con los ministerios y otras entidades en torno a una variedad de comités, como el CONFIS y CONPES, que racionalizan y ordenan las discusiones. Debemos resaltar también a un organismo como el DANE, que provee cifras, como la inflación, cuya credibilidad nadie pone en duda.

Pero, quizá, la institución informal más importante que tenemos los economistas colombianos ha sido el debate y la crítica. Desde hace mucho tiempo, en seminarios académicos, en tertulias, en artículos y columnas de prensa o en la televisión o en congresos gremiales, ministros, funcionarios públicos, parlamentarios, dirigentes políticos y del sector privado y académicos debatimos abiertamente y sin miedos a retaliaciones.

En un momento de preocupante polarización política, debemos hacer un esfuerzo muy grande por preservar este activo tan valioso, que se basa en que nadie tiene la verdad revelada y se reconoce que el progreso se obtiene también a base de prueba y eliminación de errores. Y que, para eliminar errores, no hay nada más valioso que la critica y la libertad que ella presupone.

 

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