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Peres y la ira del mundo árabe

Mauricio Jaramillo Jassir
30 de septiembre de 2016 - 07:45 p. m.

Desaparece el último de los padres fundadores del Estado de Israel, y como era de esperar no habrá consenso sobre el significado de su obra política.

Recordado en los últimos años por su coraje para negociar con los palestinos, y sentar las bases de una solución en la que tuvieran cabida dos naciones, la reacción actual frente a su muerte, refleja el escepticismo de los palestinos frente a los políticos de Israel, atrapados en una lógica de la imposición, donde el margen para los derechos de los palestinos se reduce dramáticamente.    

En el mundo árabe, su legado no resiste discusión. La ausencia de mandatarios en los actos fúnebres, con la excepción de Mahmmoud Abbas de la Autoridad Nacional Palestina, da señas de la imagen que ese mandatario tiene en buena parte de la población del Oriente Medio. En El Líbano, particularmente, aún se recuerda la masacre de Cana en 1996.

Cuando fungía como premier, 106 civiles fueron cobardemente asesinados por las Fuerzas de Defensa Israelíes como represalia por ataques previos de Hezbollah. El actual ministro de salud libanés, Waël Bou Faour, ha llegado a manifestar en un odio vivo asegurando“ nuestro consuelo es que satán estará contento de recibir a su homólogo”.

En otras zonas del mundo árabe, también se recuerda su papel en el complejo militar israelí, y que como político tuvo mucho que ver en la adquisición de armas nucleares. Asimismo, se trae a colación su involucramiento en el proceso contradictorio de colonización en Cisjordania y Gaza, mientras se negociaba la paz con los palestinos.

Éste es, hoy en día, el tema más espinoso de su legado. Algunos lo considera artífice de los Acuerdos de Oslo, que no condujeron a una paz estable y duradera entre ambos pueblos, pero cuyo espíritu se espera revivir.

Edward Saïd, intelectual palestino fue duro crítico de Yasser Arafat, a quien consideraba un político corrupto –cada año se llegaron a perder 400 millones de dólares en la ANP– . Saïd no dudó en considerar el esquema de Oslo como viciado desde el principio, y destinado a acallar los reclamos de los palestinos, mientras la ocupación avanzaba a ritmos frenéticos con el apoyo de Peres cuyos silencios frente a los abusos fueron célebres.

Peres continuará en la historia de Oriente Medio como uno político comprometido con la paz, según la versión de la mayoría de medios occidentales. No obstante, en el universo árabe, otra será la narrativa pues aún se sienten las heridas de la ocupación en el Líbano entre 1982 y 2000, y la actual en Cisjordania y la Franja de Gaza, que sigue dejando una estela de consecuencias humanitarias, cada vez más difíciles de corregir.

Por ello, no sorprende el silencio de los dirigentes árabes frente a la muerte de Peres, extraña solo la complacencia de sus regímenes frente a los abusos contra el pueblo palestino.

 

 

Profesor Universidad del Rosario*

 

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