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Plazas Vega, un juicio que jamás terminará

Arturo Charria
24 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.

El caso del coronel (r) Alfonso Plazas Vega difícilmente tendrá un final que satisfaga a los colombianos. Para gran parte de la sociedad, su juicio y posterior condena sintetizan la frase: “Quienes se tomaron el Palacio están en el Congreso y quienes lo defendieron están presos”. Para la otra mitad del país, Plazas Vega es recordado por las palabras: “Defendiendo la democracia, maestro”.

Estas, con el Palacio de Justicia en llamas como telón de fondo, simbolizan los excesos de las Fuerzas Militares en su lucha contra la guerrilla.

De ahí que cualquier giro que tenga el juicio del coronel (r) Plazas Vegas siempre abrirá nuevas heridas, pues pone en evidencia el reto más grande que tendremos como país una vez firmados los acuerdos de La Habana: reconciliarnos como sociedad. Esto implica comprender que la paz no solo es un acuerdo político entre dos actores en conflicto, sino un nuevo pacto social, en el que ningún colombiano volverá a pensar la guerra y sus consecuencias como un hecho natural e inevitable.

La noticia de la liberación de Plazas Vega se dio el pasado martes 15 de diciembre, el mismo día en el que se conocía el acuerdo de Víctimas en La Habana. No hubo muchas sorpresas con relación a lo que ya se había anticipado el pasado veintitrés de septiembre con relación a temas de justicia: no habrá cárcel para quienes se acojan completamente a la Jurisdicción Especial para la Paz, no se restringirá la participación política para los miembros de las FARC y los miembros de la Fuerza Pública también tendrán un tratamiento especial con la justicia en caso de que se acojan a la justicia transicional.

El gobierno sabe que para el grueso de la sociedad resulta difícil comprender la complejidad del acuerdo. Además, están las tesis del uribismo que, como afirmó en una columna reciente Antonio Caballero, son más baratas y efectivas. El Centro Democrático, con unos cuantos carteles en sus curules del congreso, es capaz de poner a repetir a medio país que en La Habana se acaba de firmar la impunidad.

Sin conocer el acuerdo de Víctimas, es posible imaginar que el Centro Democrático ya tenía impresos unos carteles con la cara de Plazas Vega detenido y otros con la imagen de Iván Márquez sentado en el congreso, pero ese día no hubo carteles, tampoco los hubo al día siguiente. La ausencia de estos no es menor, ¿acaso estarían analizando el documento y debatiendo la posibilidad de apoyar el proceso de paz? No lo creo. A las pocas horas de que se diera a conocer el acuerdo de Víctimas firmado en La Habana, se conoció uno de los hechos políticos más importantes de los últimos años: la Corte Suprema de Justicia absolvía al coronel (r) Alfonso Plazas Vega. Situación que, en la coyuntura de la liberación del coronel, obligaba al uribismo a replantear su estrategia comunicativa y uno de sus argumentos más efectistas: la exigencia de la libertad para Plazas Vega.

Con seguridad la Corte Suprema de Justicia obró con independencia; los argumentos que plantea en la sentencia por medio de la que absuelve al coronel así lo demuestran. Sin embargo, no deja de llamar la atención que el mismo día en que mayor beneficio político tenía para el uribismo la condena de Plazas Vega, este haya quedado en libertad.

Dicho en otras palabras, para los intereses del sector político que lidera el expresidente Uribe, resultaba más útil que Plazas Vega estuviera detenido en las instalaciones del Cantón Norte, pues ya en libertad su valor político disminuye notoriamente. Antes servía para poner su rostro en los mencionados carteles, en los que se suele denunciar la entrega del país a las FARC; la imagen del coronel tras las rejas le permitía al uribismo hablar de persecución política o de una justicia politizada.

En medio de esta polarización, se encuentran los familiares de los doce desaparecidos del Palacio de Justicia, quienes al parecer no están en el centro del proceso de paz, como ha sostenido en repetidas ocasiones el presidente Santos. Pues así como en la columna anterior aplaudía la ceremonia de perdón que se dio el pasado seis de diciembre en Bojayá, hoy debo manifestar mi preocupación por la forma en que parece terminar el caso del coronel (r) Alfonso Plazas Vega. Tal parece que en esta ocasión el presidente Santos puso el cálculo político por encima del interés de las víctimas.

Dos preguntas quedan en el aire: si en realidad es inocente de los cargos imputados, ¿por qué tenerlo detenido hasta el día en que el gobierno anuncia la firma del acuerdo de Víctimas? O, lo que sería más grave, si es culpable, ¿acaso estaremos presenciando el más triste canje político: la verdad sobre el Palacio de Justicia a cambio de la tranquilidad de las Fuerzas Militares?

No es fácil encontrar las respuestas, porque con la detención de Plazas Vega tampoco se logró esclarecer los hechos que tuvieron lugar en noviembre de 1985. Esto evidencia las limitaciones que tiene la justicia entendida como cárcel, pues no contribuye con la verdad y tampoco repara a las víctimas. Por eso, mientras los cuerpos de los desaparecidos del Palacio sigan ocultos, el juicio al coronel (r) Alfonso Plazas Vega jamás terminará.

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