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Privados de la competitividad

Indalecio Dangond B.
17 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.

Hace once años, un grupo de empresarios decidieron invitar al presidente del Instituto de Estrategia y Competitividad de la Universidad de Harvard, Michael Porter, para que los orientara en la construcción de una estrategia que les permitiera mejorar la competitividad de país, ante el reto que se venía con el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

Este gurú mundial de la estrategia y la competitividad, les recomendó crear un ente conformado por el sector público y el privado con el objetivo de “promover y poner en marcha políticas económicas y de desarrollo social” para incrementar la productividad y el crecimiento del país. En el año 2006, se procedió a crear el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación y posteriormente el Consejo Privado de Competitividad para cumplir con esta misión. Desafortunadamente, estas buenas intenciones se quedaron en la fase de los diagnósticos, estudios, propuestas y foros. Ya les voy a decir porqué.

En el reciente debate sobre las perspectivas del comercio exterior en Colombia,     organizado por el periódico El Heraldo, en la ciudad de Santa Marta, varios agroexportadores coincidieron que aún estamos en pañales en materia de competitividad. Las cifras expuestas por el empresario bananero Edgar Chalhoub, demostraron la falta de visión y voluntad política de los gobiernos entre 2006 y 2016, frente a este reto de la internacionalización de nuestra economía.

No es posible decir que hemos avanzado en competitividad cuando Colombia ocupa el tercer peor lugar en desempeño logístico (después de Bolivia y Venezuela), en infraestructura vial (después de Paraguay y Venezuela) y en carga impositiva (después de Argentina y Bolivia). Como pretenden que nuestros agroexportadores sean competitivos,  cuando tienen que cumplir con más de 33 reportes ante la Dian, ICA, UIAF, Dane, Minagricultura, Mintrabajo, Supersociedades, SIC y la Superintendencia de Puertos y Transporte. Además, de los gastos adicionales en que incurren para cubrir los riesgos de seguridad (narcotráfico, soborno, hurto y extorsión) en la cadena de suministros. Como dijo otro empresario samario, los agroexportadores nos volvimos masoquistas. Ya es claro porqué llevamos tres años consecutivos con la balanza comercial negativa.

Lo peor del cuento, es que en el Presupuesto General de la Nación para el 2017, no vemos un rubro que estimule la inversión para alcanzar algún grado importante en la competitividad del sector agroexportador del país. En la Región Caribe por ejemplo, nos volvimos a quedar ilusionados con la construcción de la línea férrea que conecta los centros de producción alimentos del país con los puertos de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena. La doble calzada entre Bosconia, Ciénaga y Barranquilla sigue aplazada, la navegabilidad del Rio Magdalena está embolatada y la doble calzada Bosconia-Valledupar-Riohacha, que permitiría un importante desarrollo turístico y de carga en las costas de Dibulla y Palomino, también se esfumó.

Tampoco se asignaron los recursos para la construcción de los distritos de riego de la Mojana (Sucre), Ranchería (La Guajira), los Besotes (Valledupar) y el distrito multipropósito del Magdalena con lo cual podríamos desarrollar unas 300.000 hectáreas  de agricultura de exportación. Parece ser que estamos condenados a seguir privados de la competitividad.

Twitter: @indadangond

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