Publicidad

¡Qué contubernio!

Beatriz Vanegas Athías
11 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.

Muchos columnistas han escrito sobre la semana de vértigo que fue la pasada.

Y ello es cierto. Pero lo es también que esa semana y la que ya va por el segundo día cuando aparezca esta columna, son una configuración de lo que somos en Colombia. Un país capaz de ser bello hasta la extenuación, pero horrendo hasta la más profunda caverna.

Los hechos que se ventilan son, en cierta medida, digeribles: que el engaño fríamente calculado a lo Joseph Goebbels, de la dirigencia de la campaña del NO, en una franca evidencia del triunfo de la publicidad sobre la educación para el pensamiento crítico. Que el Nobel de Paz para el presidente Juan Manuel Santos; que las multitudinarias marchas pidiendo la aplicación de los acuerdos para ya; que la esperanza encarnada en los primeros campamentos de paz de la Plaza Bolívar; que el cinismo del Señor de la Guerra que no desmiente a su gerente de campaña.

Pero no es tal,  el vértigo, repito. No es tal la angustia enfrentada a la esperanza. Creo que siempre hemos estado así en Colombia: El país abstencionista, el país que no puede o no quiere elegir a través del voto, el país del NO ignorante y escéptico engañado hasta los tuétanos. El país del SI esperanzado y en cierto grado confiado en su victoria. El país del Huracán Matthew, es decir, el olvidado de siempre. Todos esos países han estado en manos de los mismos y han sido  tratados como bobos –desde la Patria Boba, desde el Frente Nacional-. Es pues esta, la semana de la bobería y el contubernio.

Y todo para qué, para que los unos pasen a la historia  y los otros cuiden los latifundios que desde sus oficios de mafiosos capataces, primero con el protagónico de Presidente y luego con el de senador, han usurpado a sangre y fuego a todos esos países que hoy somos un teatro del absurdo y del contubernio. Porque la dilación del Centro Democrático o lo que es lo mismo, los cinco puntos que escuchamos de labios del líder del NO, para “corregir” los serios Acuerdos de La Habana son eso: dilación para el contubernio.

Y por debajo de ellos, los múltiples países pujando por ser, por tener por primera vez en la historia del siglo XX  un destino que no esté en las manos de los Uribe, los Santos, los Pastrana o ahí sí, que el Dios de los ateos, nos libre,  de los Ordóñez.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar