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¿Qué culpa tiene el tomate?

Marcos Peckel
13 de abril de 2016 - 04:42 a. m.

Kerem Shalom. El paisaje es bucólico, casi perfecto, diferentes tonos de verde se expanden hacia el horizonte desde este lugar donde confluyen las fronteras de Israel, Gaza y Egipto. El nombre significa “viñedo de paz” y es aquí donde funciona el paso comercial entre Israel y Gaza, una operación que demuestra que el realismo mágico no es producto exclusivo de nuestras tierras.

Casi un millar de camiones transportan mercancía de todo tipo de Israel a Gaza diariamente. La mercadería es descargada en unos gigantescos patios al aire libre que funcionan como esclusas. Una vez descargada, tras pasar por un inmenso escáner que rastrea armamento, los estibadores israelíes abandonan el patio, cierran los portones, entran los palestinos por el otro lado, cargan la mercancía en sus camiones y arrancan camino a Gaza.

El mismo proceso, inverso, se hace para los cerca de 50 camiones que traen productos de Gaza. En uno de los patios nos topamos con centenares de cajas cargadas de tomates cosecha de Gaza, los que una vez embarcados hacen su travesía a Cisjordania y otros lugares. En otro patio, unas vacas apiñadas en un tráiler esperan mugiendo el turno de cruzar a la franja. Gracias a la compleja y pesada infraestructura, la operación funciona como un reloj.

Gaza representa el fracaso del movimiento nacional palestino y su liderazgo. Tras la firma de los acuerdos de Oslo, entre los años 1994 y 2007 este territorio estuvo administrado por la Autoridad Palestina, que poco o nada hizo para mejorar la situación social de sus residentes, especialmente los refugiados, a pesar de la multimillonaria ayuda internacional que fluyó a sus arcas, buena parte de la cual terminó en paraísos fiscales. En 2005, Israel puso fin a la ocupación de Gaza, se retiró a la frontera internacional y entregó el territorio a la Autoridad Palestina, la cual no pudo mantener el control en la franja y fue expulsada por la fuerza por el movimiento islamista Hamás en 2007.

Desde entonces Gaza se ha convertido en un infierno controlado por una organización cuya única razón de ser es atacar poblaciones judías al otro lado de la frontera y en el momento que Israel actúa en defensa propia, Hamás esgrime a las víctimas como trofeo de guerra ante la prensa internacional. Declarada organización terrorista por Europa, Estados Unidos y Egipto, entre otros, con sus centenares de adolecentes suicidas, al grito de “Allahu Akbar”, Hamás dio al traste con los acuerdos de paz de Oslo en la segunda Intifada.

Anteriormente, los tomates cruzaban de Gaza a Israel sin mayores sobresaltos. Parafraseando el pegajoso estribillo de la guerra civil española, qué culpa tiene el tomate de que Gaza haya sido capturada por una banda terrorista que ha secuestrado a la población palestina de la franja para sacar adelante su agenda de aniquilar al Estado judío.

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