Sosiego

José Fernando Isaza
29 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.

Una victoria por el Sí a la paz permitirá prolongar indefinidamente el cese al fuego bilateral entre el Ejército y la guerrilla y concentrar la prioridades del país en resolver los múltiples problemas de desigualdad, corrupción, deficiencia de la prestación de servicios públicos indispensables como la salud. Paradójicamente, uno de los mayores beneficiados con el triunfo del Sí es el promotor del No, el expresidente Uribe.

Ante los tribunales de justicia transicional puede con derecho y legitimidad presentarse como víctima. Su padre fue asesinado. El hoy senador ha culpado a las Farc por este crimen. Esto puede explicar un cierto aire de venganza en la política de orden público desarrollada en su gobierno y permite entender su posición para que quienes perpetraron el crimen sean juzgados y conducidos a la cárcel. Los negociadores de las Farc, nuevamente, declaran que no cometieron ese asesinato. Los tribunales de justicia transicional son un escenario para conocer la verdad. Ante un requerimiento, los inculpados confiesan el crimen, si lo cometieron. Este crimen no es amnistiable, es ejecución extrajudicial y conocida la verdad podrá hacerse el duelo, trayendo sosiego, en este caso no sólo a la víctima, sino al país entero. Si perpetraron el crimen y no lo confiesan, saldrán de justicia transicional y deberán pagar penas de prisión hasta de 20 años. En ambos casos se hace justicia.

Otro aspecto crucial es el de asesinatos de ciudadanos indefensos por parte de algunos militares para cobrar recompensas, los eufemísticamente llamados “falsos positivos”. En Colombia el presidente es el comandante supremo de las Fuerzas Militares, con poder y mando. La directiva 29 de 2005 emanada del Ministerio de Defensa hace crecer exponencialmente esta degradada práctica. Antes se pagaban recompensas por abatimientos y capturas de cabecillas de grupos ilegales cuyos nombres figuraban en los anexos de las directivas o eran públicamente reconocidos. La directiva mencionada autoriza el pago por muerte a milicianos “rasos” innominados. El entonces comandante supremo del Ejército no condenó este delito, al contrario, lo minimizó al decir “más que falsos positivos son falsas denuncias”. Ante la primera denuncia notoria de un asesinato en Cajamarca de unos abuelos y un nieto de meses, afirmó que los confundieron con guerrilleros. El crimen de los muchachos de Soacha lo exculpó con la frase lapidaria “No estaban cogiendo café”. Tal vez buscando que estos crímenes no fueran juzgados por la justicia civil, sino por la militar, que en ocasiones se inclina por la solidaridad de cuerpo; ternó como candidato a la Fiscalía al ministro de Defensa que expidió la directiva 29.

El acuerdo entre el Gobierno y las Farc es explícito en que los tribunales de justicia no son competentes para juzgar a los expresidentes. Su juez seguirá siendo como instructor la Comisión de Acusación y el Senado. Esto desvirtúa totalmente las manifestaciones del expresidente Uribe previas al acuerdo en el sentido de que el Gobierno y las Farc estaban buscando encarcelarlo.

Los discípulos y seguidores deben pensar que nada protegería judicialmente más a su caudillo que aprobar el acuerdo por la paz votando Sí. La reconciliación consecuencia de la paz también permitirá que este emplee su energía para la construcción de un mejor país que dejará atrás la intolerancia y la venganza.

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