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Tola y Maruja

Tola y Maruja
17 de julio de 2016 - 02:52 a. m.

Contestan Tola y Maruja

Fogoneras señoras,

Soy un camionero en paro, cansado de que la protesta esté durando más que un viaje detrás de una tractomula por la vía Guaduas-Villeta. ¿Ustedes qué opinan? ¿No creen que los camioneros deberíamos juntarnos con los taxistas bogotanos y tumbar a Santos? ¿Es justo que en Colombia paguemos los peajes más caros, la gasolina más cara y las “mordidas” más caras? ¿No les parece que ya es hora de chatarrizar al expresidente Gaviria?

Atentamente,

Conductor elegido

Querido barrigón (camionero que se respete tiene pipa).

Por su letra vemos que aprendió a escribir por carretera destapada. Nosotras estamos un tris impedidas pa opinar sobre la protesta porque Tola tiene un nieto chofer, Chayán Darío, que está en el paro.

Chayán mostró desde niño su vocación de camionero cuando al desayuno pedía sudao de posta y se quedaba con el palillo de dientes en la boca hasta la hora del almuerzo, y le turnaba la punta.

Tiro por lapo Chayancito le pedía al Niño Jesús camiones y los atravesaba en el corredor, y se volaba de la escuela pal Alto de Minas a colgarse de las mulas que pasaban.

Que conste que no tenemos nada personal contra las tratomulas pero reconocemos que nos caen gordas cuando vamos por carretera en pichirilo particular y toca chuparles rueda a esos mastodontes, que van resoplando humo diésel y más lentos que la restitución de tierras.

Nos parece que el Gobierno no debería responder al paro de camioneros con reunionitis y mucho menos con represión, pero sí con un decreto bien titino que reviva los ferrocarriles nacionales. Santos remedio.

Los trenes, aparte de abaratar y acelerar el comercio y despejar las carreteras, traen un plus que no tiene precio: el romanticismo. Tola cuenta que Ananías le chantó el primer pico en pleno Túnel de la Quiebra, cuando el Ferrocarril de Antioquia.

Los que viajamos pa la costa en el Espreso del Sol no podemos quitarnos de la boca el recuerdo sabroso de las tortas de pescao seco con limón y las hojaldras de güevo criollo y los mangos maduros de Puerto Berrío.

Y cuando el viaje se interrumpía por cualesquier novedá, uno no se desesperaba sino que se iba a refrescar con una amarga bien fría en el vagón restaurante o se ponía a patoniar el tren pa que los tipos que iban en plataforma nos dijeran piropos: ¡Quién fuera locomotora pa jalarla!

Hablando de piropos, la triste desaparición del tren también desapareció uno muy célebre, que se le decía al jayán de pelo en pecho y que los vellos le bajaban en caminito hasta el ombligo y más al sur: Uy, si así es la carrilera ¡cómo será la estación!

No, señores camioneros, sinceramente no cuenten con nuestra simpatía... Y no por motivos políticos ni gremiales sino por razones sentimentales. Boba que es una.

Claro que nuestro deseo es que los trasportadores lleguen a un arreglo con el Gobierno, pero sepan y entiendan que si el procurador-candidato Ordóñez nos promete resucitar el ferrocarril votamos por él a ojo cerrao, aunque eligiéndolo nos deje el tren de la Historia.

A propósito del procurador, quizque en sus giras laborales lo ven repartir mercaos, pero él jura que no son víveres sino hojas pa reciclar, de los espedientes diciplinarios de sus copartidarios.

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

Posdata: Cuentan que en su periplo internacional pa rajar de Santos el senador Uribe quería entrevistarse con el papa Francisco pa proponele que quite de la misa la frase “Podéis ir en paz”.

Ñapa: El colmo sería que por el paro de camiones la Virgen del Carmen no pueda llegar a su fiesta patronal.

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