Una conversación sobre educación

Luis Carlos Reyes
12 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

Se dio la oportunidad y no pude resistir la tentación de robarme por un rato a los conferencistas internacionales invitados al Sexto Seminario de Investigación Sobre la Calidad de la Educación del ICFES. Les tenían planeado un paseo a Monserrate y Bogotá decidió nublarse y llover a cántaros. “Tranquila, yo se los cuido”, le dije a la dinámica organizadora del seminario.

Viéndome el brillo en los ojos, me rogó con la mirada que no fuera a hacerle caso a la profesora Susanna Loeb de Stanford. Con instinto de científica social, Loeb se había emocionado con la sugerencia de que fuéramos a Usme para ver dónde y cómo viven aquellos a quienes impactan de manera más directa las políticas educativas que se debaten en estos eventos. “Fresca”, le dije. “A esta hora, con esta lluvia y con este tráfico no”. Resignado, me llevé a los seis expertos en educación a tomarse algo.

Durante media hora me llovieron preguntas sobre el proceso de paz, el sistema electoral colombiano, la distribución del ingreso, el sistema educativo en Colombia, el costo de las universidades, de todo. Es la curiosidad insaciable y no las ansias de pontificar lo que caracteriza a la gente brillante, y los invitados del ICFES no eran la excepción.

Pero yo me los robé fue para que pontificaran, así que apenas hubo un silencio les pregunté qué opinaban de que los sindicatos de maestros exigieran salarios más altos y sin que se evaluaran sus conocimientos. “Si de mí dependiera”, dijo uno de ellos, “mañana mismo acabaría con todos los sindicatos del sector público de todos los países, y el mundo sería un lugar mejor”. “¡Por supuesto que no!” respondió alguien más. “Los sindicatos no son el problema”.

“¿En serio?” Respondió el primero. Y más allá de la conclusión a la que se llegó (parece ser, en efecto, que estudio tras estudio demuestra que la sindicalización de los profesores no afecta para mal ni para bien al desempeño estudiantil), lo que hacía que la discusión estuviera para pagar tiquetes de primera fila era la ansiedad de saber de los participantes. El “¿En serio?” del que no veía favorablemente a los sindicatos no era sardónico ni autocomplaciente, actitudes tan frecuentes en el debate público. Lo que estaba diciendo con ese “Really?” era “No se me había ocurrido que una persona bien informada hubiera llegado a una conclusión distinta. Pero ya que usted opina lo contrario, claramente tengo que pensar más al respecto, así que por favor ilústreme. Quiero saber por qué piensa eso, porque si usted tiene razón quiero cambiar de opinión.”

Ojalá nuestros debates sobre el tema empiecen a parecerse a los de ellos. No alcanza la columna para compartir todos los detalles y temas de esa tarde, que felizmente terminó con visita nocturna a Monserrate. (“¡Pero si esto es más grande que toda el área de la bahía de San Francisco!”, dijeron los californianos. “Y eso que no se ve casi nada del norte de la ciudad” tuve que apuntar. “Vea, profesora Loeb, por allá está Usme, y eso es Ciudad Bolívar”). Afortunadamente, las conferencias completas están disponibles en línea . Son excelentes. Felicitaciones a la oficina de investigación del ICFES por traer a este grupo de personas tan interesante, y ojala su visita lleve a una relación duradera de colaboración con ellos.

Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor Asistente, Departamento de Economía, Universidad Javeriana

 

 

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