A vacaciones, y con el año perdido

Con un pálido partido, aunque sí con victoria frente a Santa Fe, Millonarios salió ayer oficialmente a vacaciones, pero con el año perdido, sin posibilidad de recuperar materias, con la pena de dejar una temporada más a su fiel hinchada con las manos vacías y, lo peor, sin un futuro claro.

El balance deportivo es muy pobre. Hizo 28 puntos de 60 posibles, es decir, un rendimiento de menos del 50 por ciento. En lo futbolístico también quedó con saldo en rojo, sin alma, con algunos chispazos sí, pero un equipo grande no puede depender de ellos. No emocionó, no enamoró y fue inferior a su historia. Millonarios hizo una temporada para olvidar.

Rubén Israel, claro, abrirá el paraguas y dirá que él no armó el equipo. Y hasta razón tiene. Una vez más los grandes culpables son los dirigentes, quienes creyeron que sacando en pleno torneo a Ricardo Lunari -un ídolo de la hinchada, pero mal técnico- iban a salvar la papeleta. El problema no era sólo Lunari, también una nómina limitada, mal confeccionada, de muy bajo nivel, con jugadores poco efectivos, pero eso sí, muy costosos. Que Máyer y Pocho Insúa fueron grandes jugadores, llenos de talento y magia, eso nadie lo discute -es más, los admiro-, pero lo que no tiene lógica es que el club se dé el lujo de pagarles su salario para que cada uno juegue de a 45 minutos, porque a sus treinta y pico de años ya no aguantan un partido completo.

Hoy cualquier jugador viste la camiseta de Millonarios y eso a los genios directivos parece que poco les importa. Ya anunciaron que harán grandes cambios, que saldrán varios jugadores y que tienen una lista de ilustres posibles contrataciones que esperan anunciar en los próximos días. Pues no queda más que creerles. Amanecerá y veremos, respetados directivos.