Otra amenaza para la educación

Beatriz Vanegas Athías
11 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Este es un Gobierno de derecha, pese a que el presidente Iván Duque Márquez, elegido por diez millones de colombianos, quiera imprimirle su jovial cheveridad naranja. Contradice con sus hechos las palabras que, como promesas, esgrimió para hacerse elegir. Claro que muchos –si no todos sus electores– votaron porque su actuar y pensar premoderno los llevó a obedecer las órdenes del senador Álvaro Uribe Vélez. Este que acabo de exponer sería un argumento emocional si los hechos no estuvieran ahí para corroborarlo: las universidades siguen paradas porque no es prioridad del Gobierno dialogar y concretar soluciones con estudiantes y maestros; el 9 de diciembre de 2018, en el municipio de Corinto, Cauca, sobre el paradero de vehículos que cubre la ruta interveredal al corregimiento Los Andes, cerca de las 12:30 de la tarde, un asesino se le acercó a Gilberto Zuluaga Ramírez y le disparó en la cabeza. Gilberto era integrante activo de la Asociación de Trabajadores Campesinos de la Zona de Reservas Campesinas de Corinto (Astrazonac), hacía parte de la Guardia Campesina y de la Coordinación Social y Política Marcha Patriótica en el departamento del Cauca.

Estudiantes desarraigados y con la certidumbre de un Gobierno privatizador, líderes asesinados con la sevicia del método gota a gota para que pasen desapercibidas la represión y la matanza que impactan, y programas educativos próximos a ser desmantelados como sucede con Todos a Aprender (PTA). Una iniciativa educativa alejada de la tendencia virtual que propone el presidente Duque y que desde hace siete años debió convertirse en política de Estado, al decir del pedagogo Julián de Zubiría. Pero ahora peligra obedeciendo a la incoherente costumbre nacional de interrumpir los procesos para “marcar diferencia” con el gobierno anterior o, lo que es peor, satisfacer la cuota burocrática que es una de las tantas deudas pendientes en elecciones viciadas por el clientelismo.

Corresponde pues el desafortunado turno al PTA. Un programa pionero de la inclusión educativa en la Colombia profunda; un programa que logró reunir a profesores magísteres y doctores (formadores) con profesores en ejercicio, a reflexionar sobre didáctica y pedagogía; un programa que enfatizó en la formación de niños de básica primaria. El PTA inició en 2012 y ha acompañado en el aula a 109.357 profesores de primaria con más de 4.500 tutores en 4.476 colegios oficiales del país, beneficiando y fortaleciendo los aprendizajes en lenguaje y matemáticas de 2’300.000 estudiantes.

El programa está presente en 886 municipios (65%, área rural y 35%, urbana) de los 32 departamentos, llegando a sitios lejanos o de difícil acceso como Amazonas, Vaupés, Vichada, Guainía, Guaviare, Chocó y La Guajira, entre muchos otros. La fortaleza del PTA se centra, además, en el profesionalismo y entrega de los tutores y el carácter didáctico y presencial de este diálogo nacional alrededor de la educación y la formación. Pero el nuevo (viejo) Gobierno pretende cambiar toda la planta temporal de formadores en claro desacato con la Directiva de Austeridad #9 firmada por el presidente Duque, que señala: “Se debe garantizar ahorro a costo cero en los procesos de contratación, así como la no creación de plantas temporales por inversión o funcionamiento”. Así, como afirma la exsenadora Piedad Córdoba: “Eliminar la planta temporal de formadores sería perder una importante inversión realizada por el Estado colombiano durante siete años. Perder a esta planta temporal de formadores sería un retroceso para el programa y bien puede condenarlo, sería un legado lamentable de este Gobierno y un atentado contra el futuro del país que estos niños representan”.

 

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