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Otra propuesta modesta

Oscar Guardiola-Rivera
10 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

Lo saben en Colombia quienes reconocen lo que significan el ESMAD y la muerte de Anderson Arboleda. Lo saben quienes han alzado su voz tras el asesinato de George Floyd en los Estados Unidos. Lo saben en Gran Bretaña quienes han hecho caer estatuas en Bristol u Oxford. Ellos saben que el origen y objeto de la policía es proteger la propiedad, y que dicha categoría incluye a los esclavos o la hacia de manera explícita hasta hace bien poco.

Intuyen además que la situación no ha cambiado, no del todo, tras la abolición de la trata y la compensación de los antiguos dueños de esclavos. Podemos verlos a cargo en todas partes del mundo, de La Paila a Bristol. En todas partes del mundo los datos confirman que la pandemia ha golpeado de manera singular a las mal llamadas minorías. Y en casi todas partes del mundo los gobiernos han optado por “liberar” a la mayoría de la población de su encierro así el virus siga vivo y las gentes no tengan otra opción que jugarse la vida en las calles o morir de hambre y deuda. Morir o morir, es la opción que nos presentan quienes nos gobiernan. La llaman “libertad”.

Quienes protestan lo hacen tras notar la verdad tras esa falsedad: esa “libertad” no difiere tanto de la vieja esclavitud. O por lo menos se trata de una patología. Estos son los hechos. Nos siguen viendo como población disponible que debería consentir su propio sacrificio para salvar la economía. Nos empujan a consentir en ello. Y cuando no lo hacemos nos mandan al ESMAD y la policía, nos llaman violentos y apelan a la ley y el orden que para ellos se reduce a proteger su propiedad y salvar la economía.

Hasta salen a protestar por ello, como hicieron los pijos de la nueva Falange ibérica y sus malas copias entre nosotros: los sub-payasos, los Bolsonaros, los Uribes, los Nietos y Londoños. Éstos reaccionarán diciendo que tales epítetos y propuestas son excesivas, violentas y revolucionarias. Nos dan crédito en demasía. La abolición de la policía, su reforma o “civilización” son políticas limitadas y quizá impensables. Después de Reagan y Thatcher la reforma es impensable. Ni eso nos queda.

¿Que hacer entonces? Si lo posible es impensable habría que intentar lo imposible. ¿Por ejemplo, por que detenerse con la policía cuando podríamos abolir la militarización de la sociedad como un todo? ¿Que tan desfachatado sería reemplazar los ejércitos de hoy por un ejército universal dispuesto a mantenerse en la calle hasta que los dueños del circo desembolsen lo necesario para pagar por mayor justicia? Salud, educación, un salario básico universal, abolir la deuda. Y que ni nos maten ni nos dejen morir.

 

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