Pacific Dance

Jaime Arocha
26 de febrero de 2019 - 07:05 a. m.

Desde las estridencias y los altísimos decibeles de un ritmo hiphopero, salió una voz aguda: “Negro, naciste para ser esclavo. No, me volvieron esclavo / Negro, naciste para el trabajo. Gracias al trabajo soy fuerte y PODEROSO /Negro, naciste para servirme. No, no nací para servirte, nací para ser libre / Negro, naciste para ser azotado. No, nací para decidir qué hacer con mi cuerpo…”. Con cada diatriba las expresiones de las bailarinas y bailarines se volvían más agresivas. Las rayas blancas alrededor de los ojos y los puntos en la frente realzaban la dureza de los gestos. Ahí no estábamos para divertirnos, me dije. De nuevo, la voz rechinante: “Negro, naciste y no sirves para nada. / Sí, soy negro, soy poder, soy cultura y por mi sangre corre arte…”. Corrientazos.  La piel erizada. No había ni visto ni oído algo igual. La hermosa joven, que minutos antes había estado con Mónica María Correa, los maestros Luis Carlos Ochoa y Mario Mar y yo viendo a los grupos participantes en Telembí Tiene Talento, ahora ocupaba el centro de la tarima. Se llama Diana Cortés, y nadie le quitaba los ojos por esos movimientos como de alas de colibrí, pero que hacían temblar el proscenio. Cuando logré desprender la vista de esa figura firme, absolutamente plástica, vi al resto de danzantes, veloces, sincronizados y rítmicos, apasionados, vibrantes.

Al ensamble Pacific Dance de Tumaco lo inspira su directora con ideas como la de que “a través del arte podemos hacer resistencia”. Con esa filosofía, no debe sorprender que haya sido ganador en el All Dance International del 2017, celebrado en Orlando, Florida.

A la mañana siguiente, operarios con llaves inglesas y destornilladores apretaban tuercas y tensaban templetes. Esa coreografía llena de músculo casi acaba con el escenario que la Alcaldía de Magüí había montado para albergar a los grupos musicales que a lo largo de las noches del 5 y 6 de enero le dieron aún más realce a la fiesta de Jesús Nazareno. De hecho, en la tarde del 5 ya habíamos visto a parte de ellos. Luego de la degustación de chirrinches, carne de guagua, armadillo y tortuga, salió un brillante desfile callejero que sintetizaba el patrimonio cultural del Pacífico sur. Hubo bailarines en zancos y “monos”, como llaman a esos jóvenes que se visten de mujeres y tocando un tamborcito amenazan con azotar sobre todo a las muchachas que no les den plata. La delegación del Ecuador se valió de bombas de caucho alargadas para realzar sus disfraces de telas verdes y rojas.

Y apenas oscureció, salió una balsada por el río. Uno puede añorar las antiguas balsas iluminadas con profusión de cirios y velas alrededor de la imagen del santo patrono o de la virgen venerada, pero sobrecoge el brillo de los leds contra la oscuridad nocturna.

Para la noche del 6, destellaron los virtuosos de los cantos y la música de marimba: Romance Pacífico de Guapi, Bombo Negro de Buenaventura, Changó de Tumaco, y Plu con Pla, entre otros. A Magüí, póngale una carretera buena y cada fiesta en honor al Nazareno puede volverse un imán para visitantes de dentro y fuera el país. Claro está que la condición para ese logro es que se mantenga la mínima paz ya alcanzada. Infortunadamente, los indicios actuales apuntan hacia la guerra, negación absoluta de la tan cacareada economía naranja.

* Miembro fundador, Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar