Pacto nacional por los recursos para la ciencia, la tecnología y la innovación

Dolly Montoya Castaño
08 de junio de 2019 - 02:10 a. m.

En 1914 el profesor Pompilio Martínez de la Universidad Nacional de Colombia, quien era director del Departamento de Cirugía del Hospital San Juan de Dios, realizó una sutura que sería la primera cirugía cardíaca en nuestro país. Este hecho fundamental para la medicina en Colombia, le significó la expulsión de la Facultad de Medicina, pues sus miembros conservadores de aquella época consideraron una falta a la ética operar el corazón, pues este era el hogar del alma**. El profesor Martínez, meses más tarde, fue reintegrado a la Facultad de Medicina, y para beneficio de los colombianos, las ideas que provocaron su salida temporal fueron revaluadas. Poco a poco los avances científicos, técnicos y tecnológicos en medicina, así como en ciencias naturales y sociales, humanidades, artes e ingenierías se han popularizado y, con ello, la calidad y esperanza de vida de nuestra población ha incrementado.  

Estudios realizados en el sector agrícola colombiano han demostrado que el retorno de la inversión realizada en Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI) es de 3 pesos por cada peso invertido. Así, resulta indiscutible que la ciencia, la tecnología y la innovación pueden llegar a ser las principales herramientas para impulsar el desarrollo en las regiones de nuestro país, logrando progreso y bienestar en sus comunidades.

Sin embargo, en Colombia invertimos el 0.25% del PIB en CTeI, cifra muy por debajo del 2% que en promedio invierten los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), de la cual hacemos parte. Esto pone a nuestro país en condiciones desfavorables, que no solo se expresan en términos de baja competitividad, sino que tienen directa relación con la calidad de vida de la población. Así, por ejemplo, somos el país número 90 del mundo según el Índice de Desarrollo Humano, por detrás de países de la región como Chile, Argentina, Brasil, México o Ecuador que, a su vez, invierten mucho más que nosotros en CTeI.

La necesidad de ampliar los recursos disponibles para el sector de la ciencia ha sido ampliamente discutida y reconocida. Expresión de ello fue el anuncio hecho por el Presidente Duque al instalar la Comisión de Sabios el pasado mes de febrero. En aquella ocasión el Presidente planteó que para el año 2022 deberíamos llegar al 1.5% del PIB para CTeI.

A pesar de lo anunciado, con sorpresa nos encontramos que el proyecto de acto legislativo 365 de 2019, recientemente presentado en la Cámara de Representantes, busca reformar el Sistema General de Regalías (SGR), y en el marco de la reforma desaparecen los recursos destinados a CTeI.

Recordemos que el SGR actual, contempla que el 10% de los recursos deben ser para ciencia, tecnología e innovación, y que estos dineros son administrados a través del Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Pero, el proyecto de ley en curso elimina tanto la asignación porcentual como el Fondo mismo, quitando cuantiosos e indispensables recursos a la CTeI del país.

Esta iniciativa de reforma resulta preocupante pues el Fondo en sus 7 años de operación (de 2012 a 2019) ha logrado apalancar 375 proyectos en líneas tales como: Investigación para el avance del conocimiento y la creación; Innovación para la productividad, la competitividad y el desarrollo social; Apropiación social de la CTeI y consolidación de una sociedad del conocimiento; Formación de alto nivel para los jóvenes de las regiones; y Fortalecimiento del Sistema Territorial de CTeI. Líneas estratégicas en las que se han aprobado recursos por cerca de 3 billones de pesos con impactos positivos en los 32 departamentos del país.

Esta reforma al SGR no precisa fórmula de cálculo alguna para el presupuesto de CTeI, lo único claro es que esa obligatoriedad mínima del 10% desaparece.         Al ver que la razón que sustenta el proyecto de reforma es la de aumentar el porcentaje de asignaciones directas de recursos a regiones y departamentos considerados productivos,  resulta lógico suponer que los rubros no estipulados o restantes –como en este caso es el sector de CTeI– serán fuertemente reducidos o eliminados.

Ante tal panorama, es indispensable que logremos un pacto por el progreso del país a partir del desarrollo de los territorios; un pacto entre los actores que componen el ecosistema de ciencia, tecnología, innovación y competitividad: las universidades e instituciones de investigación de todas las áreas del conocimiento, junto a las empresas, las cámaras de comercio y los sectores productivos, el Estado con sus instituciones de regulación y fomento, y las comunidades organizadas. En definitiva, creo que nuestro sector, en compañía de la Comisión de Sabios y el Gobierno Nacional, tiene la responsabilidad de construir un pacto nacional que parta de la garantía mínima del 10% del presupuesto de regalías con el que hoy cuenta el Sistema de CTeI. Resultaría paradójico que mientras el Gobierno Nacional se ha jugado por la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a la vez, se aprobara en el Congreso una ley que desfinancia en gran medida a este sector.

Así como aquellos profesores de nuestra Facultad de Medicina debieron entender que lo hecho por el profesor Martínez como innovación técnica en el país, no constituía falta sino mérito, los colombianos debemos entender que la única forma en que los recursos naturales significarán desarrollo, beneficio económico y bienestar social para la población, será cuando estos se acompañen de conocimiento, y se dispongan para la innovación social, científica y tecnológica.  Recordemos que este diezmo es una contribución de las regiones al desarrollo del país a través de la CTeI. Le proponemos al país hacer lo posible para transformar las ideas y los anuncios en acciones. Sembremos ese 10% de las regalías en nuestros jóvenes, que convertidos en científicos, investigadores e innovadores serán la generación de agentes de cambio ético y cultural con conciencia social, capaces de cosechar el progreso y bienestar que nuestro país anhela.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

** Bonilla-Naar A. Precursores de la Cirugía en Colombia. Bogotá D.C.: Antares; 1954.

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