Pacto político contra la xenofobia

Alvaro Forero Tascón
21 de octubre de 2018 - 07:40 p. m.

El presidente Iván Duque ha planteado hacer un pacto que reduzca la polarización y le permita trabajar conjuntamente a la sociedad colombiana en unos temas acordados.

Un tema de inmensa importancia para el presente y el futuro del país es la inmigración venezolana. Puede llegar a ser el tema más importante del futuro inmediato por sus efectos disruptivos. Pocos cambios pueden incidir de manera tan aguda en la vida social, económica y política del país. Por el origen común, la inmigración venezolana no genera las tensiones racistas, religiosas o culturales que han convertido a los inmigrantes en el tema más conflictivo políticamente en países de Europa y Estados Unidos, pero la llegada intempestiva de millones de extranjeros, especialmente a ciudades pequeñas y medianas, impacta seriamente la vida de esas comunidades. Especialmente la vida de los sectores de menores ingresos, quienes son los verdaderamente afectados por la competencia laboral y por servicios sociales de los venezolanos.

Hasta ahora la opinión pública ha sido favorable a acoger a los venezolanos, pero esa actitud está cambiando. La última encuesta de Invamer muestra que entre septiembre de 2017 y septiembre de 2018, el rechazo a acogerlos pasó de 31 % a 46 %, un incremento de casi el 50 %.

En cuestión de meses la demanda política por medidas en contra de la inmigración y el reconocimiento de derechos a los inmigrantes será enorme. Mas aún cuando la campaña electoral de 2019 moverá las dinámicas políticas a nivel local. El sector político que enarbole la bandera antiinmigrante tendrá una ventaja frente a quienes defiendan responsablemente manejar la situación con realismo y sin pasiones. A pesar de que en muchos países se ha demostrado que las políticas en contra de la inmigración son muy poco efectivas, también se ha visto que la xenofobia enceguece tanto a quienes la sufren que aún propuestas absurdas y mentirosas, como la de construir muros, funcionan políticamente.

La realidad es que la inmigración venezolana no se puede detener y que será mucho más costosa si divide a la sociedad colombiana y genera una reacción política populista, que si se logra atenuar su impacto con buenas políticas institucionales. Pero para hacerlo institucionalmente se requiere una voluntad política amplia, lo que no es posible en medio del fuego cruzado de una polarización rabiosa en contra de todo el que “ayude al enemigo interno”. Esperar a que produzca efectos en lugar de anticiparlos para controlarlos es un error evidente.

Un pacto político en contra de la xenofobia es realmente un acuerdo de jugar limpio, de que ninguno de los partidos o caudillos recurran a los instintos bajos de los votantes para su beneficio político. No será posible cuando las llamas de la xenofobia hayan nublado el pensamiento de medio país y a los oportunistas políticos se les haga agua la boca subir la favorabilidad y ganar elecciones con el truco de ordeñar el odio. Tiene que hacerse muy pronto para que tenga alguna posibilidad de éxito. Le conviene sobretodo a la oposición, porque tradicionalmente es la derecha populista la que se aprovecha de la xenofobia, y al Gobierno, que necesita apoyo para políticas e inversiones a favor de los venezolanos, que son tan ineludibles como costosas.

 

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