Palabras de ayer, necesarias hoy

Columnista invitado EE
08 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Por Rafael Pardo Rueda

Es obligatorio referirse a los protagonistas del proceso de paz con el M-19: Virgilio Barco Vargas y Carlos Pizarro Leon-Gómez. Ambos están muertos pero la paz se debe a ellos, la primera paz. Sus palabras el día de la firma de la paz son hoy más oportunas y necesarias que nunca.

Virgilio Barco, en una sobria ceremonia durante la firma del acuerdo que puso fin al alzamiento armado del M-19, delante de Carlos Pizarro y Antonio Navarro, el 9 de marzo de 1990, dijo: “Este es el primer ejemplo de un proceso en el cual se ha alcanzado suficiente consenso entre el Estado y una organización armada en actividad... Quienes en el pasado intentaron modificar el sistema político y social por medio de las armas hoy encuentran el camino para defender esos ideales dentro de la democracia. El M-19 interpretó con realidad esas voces de cambio. Se equivocan quienes creen que este grupo ha dejado sus ideales. No tienen por qué hacerlo...”, y terminaba Barco diciendo: “Ciudadano Carlos Pizarro Leon-Gómez, ciudadano Antonio Navarro Wolff y demás integrantes del M-19... bienvenidos a la democracia”.

En realidad era el primer acuerdo con un movimiento alzado en armas. El M-19 empezó su proceso de negociación en plena vigencia de la Guerra Fría y terminó cuando se habían dado los pasos para que esta se acabara. Nunca el M-19 hizo parte de los bloques en que se dividía el mundo. Era un movimiento nacionalista, alejado de todo dogmatismo. La mejor demostración es el hecho de que los ex-M-19 han militado en todas las vertientes políticas, en estos 30 años que han transcurrido desde su desmovilización. Barco fue enfático en reiterar que los desmovilizados no tenían por qué renunciar a sus ideales. Los defenderían dentro de la democracia. Y así ha sido a lo largo de estos 30 años.

Ese mismo día, ese 9 de marzo de 1990, luego de firmar la paz, Carlos Pizarro pronunció unas palabras sobre las cuales hoy deberíamos reflexionar. Hablaba de cómo habíamos llegado después de tantas dificultades a la firma de un proceso de paz donde se había puesto a prueba la unidad de los colombianos. Unidad que hoy está hecha pedazos y que debería convertirse en el desafío del que hablaba Pizarro entonces: pensar en una paz más grande e incluyente, que no han entendido ni antes ni ahora sectores distintos a quienes hemos tenido la certeza de la negociación y la reconciliación como el único camino para acabar con la guerra.

La paz no llega de la noche a la mañana. Lo dijo entonces Pizarro, asesinado después por los mismos guerreristas de siempre. La paz implica el concurso de todos los ciudadanos. Veo una y otra vez, en un video en YouTube, recopiladas las escenas de la firma de la paz. No existía en esos años internet. Y hoy navegando reafirmo que los hombres y las mujeres del M-19 cumplieron la palabra empeñada. Está demostrado. Lo hicieron en condiciones de un país con una violencia distinta a la de hoy. No puedo decir si peor. En esos años las bombas nos obligaron a ver nuestra nación en sangre en las principales ciudades. Hoy las víctimas siguen regadas en el Catatumbo, en el Cauca. Es otra realidad. Pero no porque quienes firmaron la paz entonces la hayan deshonrado. Las razones son otras y, por tanto, son otros los responsables. Él M-19 cumplió y nosotros, a la cabeza del presidente Virgilio Barco, también. Siempre dentro del marco constitucional.

Estábamos bajo la Constitución de 1886 con el conocido como estado de sitio, que servía para hacer la guerra, y también para reformar y llegar a la Constitución del 91. Otras épocas, pero con lecciones para aprender y aplicar en estos tiempos.

Adenda. En los próximos días saldrá mi nuevo libro. Se llama 9 de marzo de 1990, con editorial Planeta. Desde ya los invito a leer el relato de cómo fue el proceso y las entrevistas con los protagonistas de ese momento y de quienes han tenido vigencia en estos 30 años.

 

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