Papelón

Iván Mejía Álvarez
19 de mayo de 2018 - 04:02 a. m.

Ha sido un fracaso absoluto, un ridículo de marca mayor, un completo oso, la participación de los equipos colombianos en las copas internacionales en el primer semestre.

La eliminación de Júnior y Santa Fe, la cuasiprobable salida de Millonarios, la derrota de Nacional ante el Delfín de Manta en la Libertadores, la exclusión de América, Jaguares y Medellín de la Suramericana, tienen que llevar a un análisis un poco más profundo de lo que está pasando con este fútbol cuyos cumbiamberos del micrófono y la dirigencia presentan como el “segundo de Suramérica”, sin que les tiemble la voz y mucho menos la conciencia de pregoneros del producto.

Un mal resultado, vaya y pase, es normal en cualquier país. Pero todos eliminados, salvo Nacional y Cali, perdedores en su última salida con equipos de tercer nivel, tienen que motivar una reflexión a fondo sobre lo que se está haciendo mal y las causas para que el fútbol colombiano haya perdido calidad competitiva, capacidad y jerarquía internacional.

Un dato: en 11 enfrentamientos con equipos de Argentina y Brasil en la presente edición de las copas, no se ganó un solo partido.

Pensar que se puede enfrentar una Libertadores con nóminas de medio pelo, como las que muestran Millos y Santa Fe, sin refuerzos, con jugadores nuevecitos que no han actuado en 10 partidos en casa, mucho menos en torneos internacionales, debe llevar a la conclusión de que las dirigencias tienen gran responsabilidad en el fracaso de rojos y azules.

La eliminación de Júnior pasa por otras aristas. Un equipo mal conformado, con una defensa endeble, donde los dos costosos refuerzos, un defensor que siempre se mantuvo lesionado y nunca tuvo voluntad de adaptarse y un delantero contratado caprichosamente por Alexis Mendoza, incapaz de adaptarse al estilo del equipo al que llegaba, más un decreciente nivel de la dupla Chará-Teo, llevaron al equipo de Barranquilla a otro estrepitoso fracaso, ruinoso en lo económico y fatal en lo deportivo, que hará replantearse a la dirigencia en el futuro. Negros nubarrones se avecinan sobre el consentido de Curramba, pues el fracaso de Vargas Lleras y del Júnior pondrá a los Char en unas expectativas totalmente diferentes para el próximo semestre.

Los técnicos “resultadistas”, los de la defensa a ultranza, sin respeto por la pelota, embebidos en la ley del golpe, del juego físico, ausentes del manejo, como Russo, Pérez, Pelusso y Costas, han fracasado completamente. Se juega muy mal y no se consiguen resultados.

La gente se ha ido de las canchas —miren los promedios de asistencia— y los equipos no ganan. Pero algunos seguirán diciendo que este es el segundo mejor fútbol de Suramérica, los “pregoneros” del producto que no ven más allá de sus narices.

 

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