Para la mala condición de algunos: más autoridad

Felipe Zuleta Lleras
05 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

En varias oportunidades he sostenido en este espacio que Colombia es un país de demonios y ángeles: el de Pablo Escobar, el Paisa, Popeye y el violador Garavito, y el de Carlos Vives, Gabo, Shakira y Mariana Pajón, por solo mencionar algunos casos. Pues traigo esto a colación porque frente a la crisis generada por el coronavirus hemos visto a un país solidario. Los empresarios, banqueros, comerciantes, supermercados, médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, virólogos y virólogas y miles de personas trabajando. Empleados ayudando, voluntarios, soldados y policías construyendo hospitales de campaña y, así, miles de personas auxiliando con su trabajo y sus recursos económicos.

Este país ha demostrado una gran capacidad de reacción institucional y empresarial. Resulta muy difícil mencionar a cada uno de los colombianos y colombianas que están haciendo sus mejores esfuerzos. El grupo Éxito, Bavaria, Cemex, Postobón, las licoreras, el grupo Santo Domingo, Arturo Calle, los operadores de celulares e internet, las farmacéuticas, los bancos, la Cámara de Comercio de Bogotá, los empresarios del Valle y Antioquia, el grupo Char, Tecnoglass, Luis Carlos Sarmiento, los hoteleros, los domiciliarios. No puedo mencionar a todos, pero mil y mil gracias por lo que están haciendo por Colombia.

Pero quiero reseñar a las personas que están utilizando esta tragedia para mostrar que tienen el alma muy podrida. Han demostrado ser muy malas personas y delincuentes. Me refiero a quienes están esparciendo cadenas en WhatsApp y usando las redes para desinformar sobre la supuesta repartición de mercados y de bonos para comida o que anuncian que a tal o cual pueblo llevarán a todos los enfermos de COVID-19 como pasó en Tenjo (Cundinamarca), en donde los ciudadanos salieron a bloquear las entradas al pueblo.

Quiero reseñar igualmente a los criminales que vandalizaron los lavamanos que se han puesto en Transmilenio. No suelo referirme a nadie con irrespeto o con adjetivos descalificativos, pero estas personas no pueden ser menos que tachadas de ratas.

Es la hora de empezar a ejercer mano dura en contra de estas personas. No defiendo los Estados autoritarios y antidemocráticos, pero en una situación tan difícil como la que estamos atravesando en Colombia se necesita mucha autoridad y mensajes inequívocos en contra de los maleantes. Cárcel para los que promueven cadenas falsas o los que se han dedicado a destrozar bienes públicos que, literalmente, como los lavamanos, pueden salvar muchas vidas.

Es la hora de meterle mucha seriedad a esto porque estos actos criminales, como los referidos, pueden causar cientos o miles de muertes. Por lo pronto, y a pesar de esta minoría, mantengo la esperanza porque somos más los colombianos que haremos todo lo que esté al alcance de nuestras manos, y en la medida de nuestras posibilidades, para tratar de salir adelante de esta situación. ¡Amén!

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