¡Paz en Colombia y Venezuela: una sola causa!

Luis I. Sandoval M.
26 de febrero de 2019 - 07:00 a. m.

Se acentúan los riesgos para la paz tanto en Colombia como en Venezuela. Más aún, está en riesgo la paz entre los dos países vecinos y hermanos. Una eventual intervención militar afectaría y haría reaccionar a todo el continente latinoamericano. 

En Colombia la amenaza proviene de la consideración que está haciendo el Gobierno de Iván Duque, siguiendo directrices de su partido el Centro Democrático y de su máximo jefe Álvaro Uribe, de objetar por supuesta inconveniencia la ley estatutaria de la JEP que ya tiene pleno aval de la Corte Constitucional. 

En Venezuela la amenaza proviene de la delicada situación interna donde la crisis del gobierno bolivariano de Nicolás Maduro, innegable, es afrontada por una oposición de derecha aupada desde el exterior por la voracidad de las multinacionales energéticas y mineras, norteamericanas y de otros países. 

Entre nosotros desconocer la Justicia Especial para la Paz afectando otras piezas claves de su arquitectura, aparte de las muy sensibles que ya han sido afectadas, equivaldría a hacer trizas definitivamente el acuerdo de paz y a que centenares de excombatientes, burlados y decepcionados, decidan aumentar las filas de los reincidentes. Sería el fin de la paz negociada, la obturación de la salida política, la trágica continuación de la guerra. 

En el vecino país, si continúan extremándose las posiciones entre gobierno y oposición, podría haber una evolución hacia el escalamiento de la violencia abierta o producirse una intervención militar de los Estados Unidos con la eventual reacción de otras potencias, Rusia y China, que ya tienen un pie en esta tierra considerada por la potencia del norte como propia. 

En Colombia los partidarios de la regresión en materia de paz son los mismos que irresponsablemente siguen sosteniendo que “todas las opciones están abiertas” frente a Venezuela, contemplando la posibilidad de intervención militar en la cual de alguna manera estaría involucrado el país.

Asuntos claves, imbricados en el contexto geopolítico, están en juego en la coyuntura que viven Colombia y Venezuela. Los destinos de nuestros dos países son indisociables, lo intuyó visionariamente el Libertador común de las dos naciones hace 200 años. La violencia y la guerra frustran esos destinos. 

Entonces, en lógica elemental, resulta necesario persistir en la vía del diálogo, asegurar el juego de pluralidad, sin confrontación a muerte, ante la complejidad propia de cada país. Colombia en el año bicentenario de la independencia nacional está huérfana de una gran empresa de alcance histórico, no ha habido, ni lo hay hoy, un verdadero acuerdo sobre lo fundamental que haga viable la nación y tramitable en democracia el conflicto social. La paz está apenas en ciernes.   

Venezuela con el liderazgo de Hugo Chávez inició un proceso de afirmación de soberanía en la explotación de sus ingentes recursos naturales, el petróleo en primer lugar, y de mejor distribución social de esa enorme riqueza, pero el propósito inicial se ha ido perdiendo en el camino. Sabido es que los altibajos del ciclo económico, con frecuencia imprevisibles e indomeñables, conllevan un costo político. No puede atornillarse en el poder quien, sea de izquierda o de derecha, no garantiza mínimas condiciones de vida digna a su pueblo. Pluralidad y alternancia son propias de la democracia. 

La causa de la paz es una sola. Colombia y Venezuela, países vecinos y hermanos, requieren emprender, zafándose de coyundas externas, un proceso interno de reconciliación que no puede venir por otra vía que por la expansión democrática.

En Colombia tuvo lugar el día miércoles 20 de febrero un hecho de extraordinaria importancia en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, en Bogotá: la presencia amplia, multicolor, entusiasta, lúcida, convergente, de quienes, personas y colectivos, están decididos a no dejar morir la paz imperfecta iniciada por el gobierno anterior y sometida ahora al lecho de Procusto por el actual. 

Esa iniciativa política, #DefendamosLaPaz, si se mantiene y desarrolla, puede significar que el país crea una amplia fuerza de resistencia al retroceso instaurado por la derecha en el gobierno. La clave está en que la paz política se convierta en un auténtico proceso de reconciliación nacional y se pongan las bases de un nuevo comienzo. Colombia merece, en el año bicentenario, poner la paz en ese estadio superior. 

No se puede fabricar en el exterior la salida que Venezuela misma debe darle a su crisis con salvaguarda de la autodeterminación, los derechos humanos y las libertades de su población. Pueden sí aprovecharse importantes recursos de mediación que se están ofreciendo. 

António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, y la señora Federica Mogherini, a cargo de las Relaciones Exteriores de la UE, entre otras personas y líderes, mantienen su disposición a contribuir a la aproximación de las partes. En el propio campo latinoamericano se puso en marcha el 7 de febrero, en Montevideo, el Grupo Internacional de Contacto por iniciativa de México y Uruguay. 

Muchas voces en todo el mundo apoyan la vía de las elecciones generales, no impuestas sino decididas por acuerdo entre gobierno y oposición. Varias cartas con miles de firmas de sectores democráticos colombianos rechazaron una eventual intervención militar y alertaron sobre el riesgo de involucramiento del gobierno de Iván Duque en ella. También el Grupo de Lima rechaza claramente la perspectiva de intervención militar.  

No pueden alardear de humanitarios los protagonistas del asedio ilegal e inhumano a que está sometida Venezuela. Hechos de violencia como los ocurridos el 22 y 23 de febrero en las fronteras con Brasil y Colombia indican que toda iniciativa de forzar situaciones, así se rodee de música y canciones, es contraproducente. 

Hay que seguir buscando vías de diálogo. ¿Emplearán oportunamente Rusia y China su enorme poder de disuasión para propiciar y facilitar el diálogo al interior de Venezuela? ¿Ayudará El Vaticano desde su postura que autodefinió como de neutralidad activa

La causa de la paz al interior de nuestros países y entre ellos es una sola. En todas partes se requiere apelar a las armas de la palabra, no a la palabra de las armas.   

@luisisandoval 

lucho_sando@yahoo.es

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar