Paz en lacerante déficit

Luis I. Sandoval M.
03 de abril de 2018 - 04:50 a. m.

Cuando uno escucha al vicepresidente Óscar Naranjo, o al ministro del Posacuerdo Rafael Pardo, tiene la impresión de que se están haciendo grandes esfuerzos en el Gobierno para implementar los acuerdos de paz firmados el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá.   

No obstante, sin detrimento de reconocer la juiciosa tarea de los dos altos funcionarios, no pueden desatenderse opiniones en el campo político cercano al gobierno y balances de importantes centros de análisis nacionales y extranjeros que señalan certeramente el enorme déficit en materia de implementación.           

El senador Armando Benedetti del Partido de la U acaba de señalar: “El presidente Santos desaprovechó el fast-track. Esa era la oportunidad para que la implementación del acuerdo evolucionara, sobre todo la parte rural. Para mí era clave que sacaran adelante el catastro rural, pero de nueve iniciativas para la paz que tenía que pasar Santos, solamente presentó una. El tema rural no fue importante para él. El tema de la participación política también se fregó. Yo no sé qué le pasó a Santos, faltando dos meses para que terminara la legislatura él dejó que se reventara la coalición. A veces da la impresión de que a él le importa un carajo la implementación. Fue bastante decepcionante ver que para él la paz era una especie de show por el premio Nobel. A la hora de implementar las reformas para cambiar las situaciones que han desangrado este país, no hizo absolutamente nada” (Pacifista).

Duras palabras que concuerdan con los informes que se están conociendo. Todd Howland, representante saliente del Alto Comisionado de Derechos Humanos, en informe final ha dicho: “En general, la ONU constata lo que ya se ha denunciado sin éxito desde diferentes organizaciones: mientras las Farc han cumplido en su mayoría los acuerdos firmados, el Estado ha sido de una tacañería e ineficacia lacerante a la hora de acompañar el proceso de reintegración de sus miembros. Tampoco parece que haya mucha voluntad en intervenir sobre los territorios abandonados por las Farc-Ep y eso está poniendo en riesgo a las comunidades. De hecho, casi un año y medio después de la firma de los acuerdos “aún no están disponibles los recursos anunciados por el gobierno en el marco de la Estrategia de Respuesta Rápida para generar impactos inmediatos en las antiguas zonas de influencia de las Farc-Ep”. 

El Comité Noruego de Refugiados, entidad privada que orienta Jan Egelan, gran conocedor de Colombia, destaca 10 cosas que amenazan la paz en Colombia: “1. Una lucha por los recursos naturales y las rutas de las drogas. 2. El gobierno no está haciendo lo suficiente. 3. Más de siete millones de personas son refugiados en su propio país. 4. Los líderes locales están siendo asesinados. 5. Las Farc han depuesto sus armas pero no han recibido suficiente apoyo. 6. Negociaciones con el grupo armado Eln con poco progreso. 7. La población votó en contra del acuerdo original. 8. El proceso de paz se siente lento para la población. 9. El conflicto colombiano tiene sus raíces en una lucha por la tierra. 10. Un nuevo presidente será elegido en mayo de 2018. Los resultados de las elecciones nos indicarán si la población colombiana aún cree en el proceso de paz o si continuará o se detendrá. Es muy importante que la comunidad internacional siga de cerca el desarrollo”. 

A su vez Børge Brende, ministro noruego de Relaciones Exteriores, en visita a Colombia hace unas semanas, declaró a la prensa: “Hay desafíos, nunca ha habido un proceso de paz en el que la fase de implementación no haya sido crítica. Estamos en un punto crítico, y se requiere de un buen liderazgo para asegurarse de que la seguridad se fortalezca”.

El programa Wilton Park, nacido hace 70 años por iniciativa de Winston Churchill, el cual considera que el éxito de la paz con las Farc es fundamental para la estabilidad de América Latina (Marisol Gómez, El Tiempo). La carta de más de 300 intelectuales extranjeros y colombianos de comienzos de marzo concluye: “Ver el colapso del proceso de paz sin actuar con mayor firmeza pondría en peligro el significado mismo de su acción en esta región del mundo. Lo que está sucediendo en Colombia nos concierne a todos”. 

Solo fugaces referencias a algunas de las voces autorizadas que se están pronunciando sobre el “lacerante” rezago en los planes de construcción de la paz. Conveniente leer completos los balances de la implementación y hacer lo máximo posible para que el próximo sea un gobierno verdaderamente amigo de la paz que se comprometa con el cumplimiento eficaz y oportuno de los acuerdos. El movimiento civil de paz no puede eludir el reto electoral. Si así no fuere vendrán largos días oscuros y amargos para el país. 

 lucho_sando@yahoo.es

 

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