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Perdonar lo imperdonable

Juan Manuel Ospina
04 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.

La JEP, que está en los titulares de prensa, es sin duda el componente más novedoso y potencialmente más transformador del camino diseñado hacia la reconciliación nacional, un instrumento que permitirá que los conflictos propios de la vida social se afronten con argumentos y acuerdos, no a punta de bala y de emboscadas, como hasta ahora. Es una de esas creaciones del ingenio nacional que sorprenden a propios y extraños, pues demuestra un conocimiento profundo de las entrañas del conflicto, de sus causas, de sus verdaderas víctimas y del camino para su superación.

Lo que le marcó su originalidad, el punto de quiebre con experiencias anteriores, aun internacionales, fue colocarse en la perspectiva de las víctimas para reconocerlas en su humanidad, más allá de las frías estadísticas, y restituirlas económica, social y emocionalmente. Solo con esa aproximación será posible sanar a las víctimas y a la sociedad del dolor y de la inhumanidad vividos. Da pie a una vivencia dolorosa pero sanadora, siempre y cuando no propicie más violencia por el afán de la venganza. Un punto claro, solo la verdad nos permitirá no enterrar o esconder un pasado de dolor y vergüenza, sino enfrentarlo, nombrarlo sin maquillajes, condición necesaria para superarlo.

Este cambio, para ser verdadero, no de apariencia, no se logrará si lo que se pretende es simplemente señalar y castigar a los culpables, movidos por un espíritu de venganza y no de reconciliación. El almendrón de la justicia transicional, no penal, busca darle la oportunidad a la verdad y no al castigo legal. No es punitiva, imbuida de un espíritu vengativo que solo busca pasar viejas cuentas de cobro, mirando hacia atrás, hacia el pasado, que es precisamente lo que se quiere, se necesita superar. Su espíritu es de reconciliación, con la mirada hacia delante, hacia el futuro para dejar atrás años de sinrazón e ignominia; solo así será posible restaurar y ojalá transformar lo que años de una violencia torpe y estéril destruyeron, de la sociedad y de nuestra condición humana.

Justicia transformadora y reparadora que exige estar acompañada de la decisión real de no repetición, del “nunca jamás” planteado por Ernesto Sábato en relación con los horrores vividos en la Argentina de la dictadura. Es el espíritu del “propósito firme de la enmienda” fundamento de la confesión y el perdón católico de los pecados. Es el perdón de lo imperdonable de los filósofos, único que transforma el escenario y el espíritu de los actores. Esa es la exigencia profunda y compleja de la convivencia, asiento de la paz. Sin ella, todo acaba en una carraca intrascendente.

Y la única manera de avanzar por ese camino de salvación es hablando, contando, compartiendo entre los actores de esa tragedia: guerrilleros y paramilitares, militares y particulares que organizaron y financiaron libremente a grupos armados para su beneficio económico o de protección, en medio de una calamitosa ausencia de Estado. No hay otro camino para entender lo que sucedió, que escucharlo en boca de sus actores y responsables. Solo entendiendo lo sucedido será posible aproximarnos a la verdad de lo padecido durante tantos años. Ya se empieza a hablar.

Me impacta y me renueva la esperanza ver a Timochenko y a Mancuso conversando. Algo inimaginable hace dos o tres años. Ojalá no sea un evento simplemente mediático y que los responsables asuman de cara al país su responsabilidad. Entonces Colombia les perdonará y la sociedad se liberará de un pesado fardo que solo males le ha traído durante tantos años.

 

Periscopio(2346)04 de marzo de 2021 - 01:32 p. m.
A los crímenes hasta hoy conocidos por la JEP, perpetrados por el régimen narcoparamilitar del matarife, falta agregar los que confesará Mancuso, que fue el Popeye del naroparaco genocida, si acaso no lo silencian definitivamente como lo silenciaron temporalmente con su extradición. Mancuso es la caja negra del narcoparaco.
  • usucapion1000(15667)04 de marzo de 2021 - 09:21 p. m.
    Hoy amaneció inspirado Julio, felicitaciones, ojalá muchos lo opigan y lo compartan. Me quedé sin comentario pero m e retiro del foro feliz.
Berta(2263)04 de marzo de 2021 - 10:01 p. m.
Ni perdón ni olvido. Los genocidios no se perdonan. Pregúntele a los judíos si han olvidado y perdonado La Shoah. Ahora bien, Sábato dirigió el Nunca más; sin embargo, en Argentina están procesando a todos los torturadores sin importar su edad. En Colombia tiene que haber una pena así sea en una granja; no acepto que los cabecillas de FARC y herederos de los Paras estén en el Congreso.
Periscopio(2346)04 de marzo de 2021 - 02:06 p. m.
Si bien es cierto que es solo por otro beso que se debe poner la otra mejilla no es menos cierto que si nos embarcamos en la escalada del "ojo por ojo" quedaremos todos tuertos o ciegos. Pero esto no obsta para condenar severamente a los victimarios que aún continúan perpetrando crímenes de lesa humanidad, sean de izquierda o de derecha. Pero nuestro Estado de derecha solo condena a la izquierda.
Periscopio(2346)04 de marzo de 2021 - 01:45 p. m.
Está bien perdonar a los criminales, pero sólo cuando confiesan y se arrepienten de sus delitos, pero nuestros consabidos criminales no sólo no se arrepienten sino que se obstinan en negarlos y en continuar asesinando opositores, líderes sociales y a todos los que pretendan buscar la verdad. Por eso perdonarlos es hacerse cómplice y alcahueta de sus delitos. No es venganza sino justicia.....
walter(04357)04 de marzo de 2021 - 01:46 p. m.
Ojalá el uribismo entienda el discurso de la reconciliación reconociendo también sus crímenes dando paso a la necesaria y profunda transformación del país. Una reforma agraria para empezar. Colombia tiene una concentración de la tierra en pocas manos que es realmente obscena.
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