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Periódico de ayer

Iván Mejía Álvarez
13 de marzo de 2008 - 11:33 p. m.

La trifulca que propiciaron los desadaptados hinchas del América el sábado pasado en el Pascual Guerrero, es parte del periódico de ayer, como decía el inolvidable Héctor Lavoe, una noticia que nadie quiere ya leer.

Atrás quedaron las lágrimas de cocodrilo, el crujir de dientes, las promesas de que estos violentos hechos no se volverán a repetir, los abrazos del temerario Diego Umaña –muy buen técnico, pero un pésimo perdedor–, siempre echándole la culpa a alguien y haciéndose siempre la víctima, con el vociferante y sanguíneo Carreño, del que se volverán a tener noticias violentas, además de los gestos de la barra roja de limpiar parques y donar sangre, como si eso tapara su comportamiento brutal y sanguinario.

Y atrás también quedó la doble moral de la llamada Comisión de Disciplina, en la que algunos se ponen abiertamente la camiseta para dictar justicia. La despreciable violencia de Cali es igual a la despreciable violencia de Barranquilla en el Júnior-América y las sanciones fueron diferentes. La agresión de Casanova, del Bucaramanga, es igual a la de Armero y las sanciones fueron diferentes. La violencia de Umaña es menor aún que la de Comesaña hace ya un año y medio y la punición es otra.

Dirán algunos que un día había que empezar a dictar justicia de verdad y que eso es lo que ha hecho la actual comisión. La ley está hecha y es taxativa y la misión de los jueces es aplicar los códigos vigentes y no la de interpretar como lo ha hecho ésta en algunos casos.

Aunque la noticia es periódico de ayer, resulta indispensable llamar la atención de cara al futuro en algunos temas.

La administración de la Dimayor no puede seguir haciéndose la ciega ante la perturbadora presencia de dirigentes deportivos convertidos en auspiciadores de las llamadas barras bravas. Esos directivos delincuentes de cuello y pelo blanco, que han confesado públicamente que financian sus viajes por el país, en algunos casos hasta en el exterior, les dan boletas a los barristas para que sean revendidas, los usan para distribuir panfletos y pasquines contra sus enemigos políticos y los periodistas que no son lacayos de sus despreciables actuaciones personales y dirigenciales, ni cómplices de sus turbios y sucios negocios.

Esos delincuentes de cuello y pelo blanco deben ser desterrados del fútbol. Son un peligro y sus actuaciones deberían ser investigadas por la Fiscalía. Mario Iguarán los conoce, se le ha dicho, ha prometido meterle diente al tema, pero hasta ahora no lo ha hecho. Tiene demasiados problemas el fiscal, pero algún día se interesará por poner en su sitio, como ya lo han hecho en Argentina con la dirigencia de River Plate, a estos cómplices de la violencia.

Y algún día también los llamados ”padres de la patria” entenderán de la necesidad de tramitar y aprobar medidas para poder judicializar los menores de edad que pululan entre los vándalos de los estadios. Y leyes adicionales para juzgar a quienes han convertido los eventos deportivos en un lugar para desplegar su irracional maldad y su odio hacia la sociedad, desterrando a los aficionados correctos de los estadios por miedo a las tropelías de los facinerosos disfrazados de hinchas. Los congresistas no pueden seguir tan sólo esperando un llamado del funcionario de turno para ofrecer  su voto por la segunda reelección a cambio de puestos y dádivas. Mucho bla bla y muy poco trabajo...

La batahola ya hace parte del periódico de ayer, pero las medidas hacia el futuro para evitar que se sigan repitiendo y repitiendo, son una obligación de todos.

 

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