Personajes que escasean

Isabel Segovia
12 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

En estos momentos en los que el país carece de líderes excepcionales, eruditos, éticos y verdaderamente interesados por el bien común, la partida del expresidente Belisario Betancur, además de entristecernos, nos obliga como colombianos a mirarnos en el espejo y a reflexionar sobre el tipo de personajes que estamos eligiendo o permitiendo que nos gobiernen. Esa introversión precisa rendirle tributo al presidente Betancur, por la extraordinaria persona que fue, no solo para los que tuvimos el honor de conocerlo, sino por lo que su entereza y estilo de liderazgo significó para la sociedad colombiana en general.

Dado que por razones familiares viví muy de cerca su administración y los trágicos hechos que sucedieron durante su mandato, no creo tener la capacidad de juzgar su gobierno; de eso, sin duda, se encargará la historia. Tuve el gusto de conocerlo muchos años después de su mandato, cuando por coincidencia del destino lo acompañé en la gestión de la Fundación Rafael Pombo, que creó y presidió hasta el día de su muerte. Un ser humano como pocos: generoso, culto e inteligente. Su muerte marca el fin de una generación de presidentes extraordinarios, de las épocas cuando no bastaba ser un tecnócrata para ser presidenciable.

Defensor como ningún otro de la paz, fue el primero en buscarla hace 40 años. Como presidente supo mantener la dignidad del cargo, y cuando su gobernabilidad se vio fuertemente amenazada, no vendió al Estado, ni lo puso a su servicio para salvar su cargo y reputación. Tampoco trató de dejar asegurado el futuro político y económico de sus hijos; gracias a eso no contamos con delfines Betancur amañando la política a su gusto. Paula Gaviria, la única familiar que ha ocupado cargos públicos importantes, se ha hecho a pulso, ganándose espacio y respeto por su desempeño, no por ser su nieta. Adicionalmente, en este país donde los dirigentes no saben perder y, peor aún, no quieren retirarse, Betancur supo renunciar. Tuvo su oportunidad e hizo de ella lo que pudo, no se aferró al poder y por esta razón es considerado el mejor expresidente de nuestros tiempos. Esto, y la búsqueda permanente de la paz fueron algunos de sus mayores legados.

Al hacer el ejercicio de mirar atrás, es evidente que ninguno de los presidentes posteriores a su gobierno se le parece. Ninguno contaba con su experiencia y preparación al asumir la Presidencia; varios se atornillaron al cargo llevándose por delante lo que fuera; otros nos dejaron delfines con actitud de pirañas rondando el Estado y la política, y finalmente algunos, al terminar su mandato, se aferraron al poder sin importar las consecuencias. En conclusión, algunos han sido buenos tecnócratas y otros, muy malos, pero pocos se acercan a ser personas tan preparadas, humanas y cultas como lo fue Belisario.

La muerte del presidente Betancur y la situación que atraviesa la política colombiana son un buen momento para compartir esta opinión que de él construí hace muchos años. No cabe duda de que el país sería otro si nuestros dirigentes se parecieran a él, aunque fuera solo un poco. Vivió casi 96 años y, por su proceder, espero se haya ido en paz. El mayor tributo que le podremos rendir será recordarlo siempre a la hora de elegir para no permitir que nos sigan liderando personas sin ética y sin competencias.

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