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Perú va disparado

Santiago Montenegro
02 de junio de 2008 - 03:01 a. m.

LA SEMANA PASADA, LA NOTICIA EN Lima ya no era la cumbre de los jefes de Estado de América Latina, el Caribe y la Unión Europea.

Ni siquiera era la película Indiana Jones, en cuya última versión asombrosos acontecimientos tienen lugar en Perú.  En días recientes, la atención de los periódicos y de los programas de opinión de la televisión se centró en las últimas cifras de pobreza, que registraron una caída de un cinco por ciento entre el 2006 y el 2007, una disminución muy importante en ese país y en cualquier parte del mundo.

La disminución de la pobreza es consecuencia del crecimiento del PIB, que ha alcanzado un 8,5% en promedio en los últimos cinco años. Quien llega a Lima se percata del crecimiento en nuevas torres de oficinas y apartamentos, en nuevos centros comerciales y restaurantes a lo largo y ancho de la ciudad.  También en la congestión del tráfico automotor. Dicho crecimiento ha sido el producto de básicamente tres factores.  Primero, de una política macroeconómica muy ordenada que generó un superávit fiscal de un 2% y redujo la deuda pública a un 14% del PIB.  Segundo, de la apertura de la economía con una política comercial que aplanó y redujo drásticamente todo tipo de aranceles, en particular los del sector agrícola. Tercero, de la progresiva eliminación de subsidios y favores a sectores específicos, para ser reemplazados por la provisión de bienes públicos para la sociedad en su conjunto. Entre dichos bienes públicos sobresale la seguridad con la erradicación de la banda criminal —el mal llamado Sendero Luminoso— y la encarcelación de los criminales que la dirigían.  Otro bien público que ponderan académicos, empresarios y ex funcionarios públicos es la lucha frontal contra la corrupción y la provisión de sistemas de información que, en forma creciente, han permitido a los ciudadanos hacer seguimiento a las cifras presupuestales, fiscales y financieras. Como consecuencia de estas políticas, Perú ya tiene un tratado comercial aprobado con los Estados Unidos y, recientemente, la calificadora de riesgo Fitch le otorgó a este país el grado de inversión. Y, como consecuencia de todos estos factores, la inversión extranjera está fluyendo a este país en forma copiosa.

El crecimiento de la economía abarca a todos los sectores: los mineros; los servicios como el comercio, el financiero y el turismo; y el sector manufacturero.  Pero el crecimiento que más impacta es el del llamado nuevo sector agropecuario para la exportación de la franja costera. Inexistente a comienzos de los años noventa, este sector está exportando alrededor de cinco mil millones de dólares en espárragos, páprika, aguacate y otros cien productos. Es tan grande el impacto de este sector, que, en tanto la pobreza caía en un cinco por ciento a nivel nacional, en la franja costera cayó en diez puntos porcentuales. En Ica, uno de los departamentos costeros de agro exportación, la pobreza es de tan sólo un 15 por ciento, mientras el promedio nacional se sitúa en un 39 por ciento.

Perú avanza aceleradamente, pero aún tiene problemas muy serios. El sector informal, aunque está cayendo, es enorme y puede alcanzar un 70% del mercado laboral.  A corto plazo, quizás el problema más serio es la pobreza de la sierra y el descontento que está produciendo la incapacidad del Gobierno para ejecutar más de diez billones de dólares que están guardados en el Ministerio de Economía y Finanzas como producto de las regalías y el canon minero.  Para contrarrestar el sesgo financiero de ese ministerio y para ejecutar las políticas sociales, el Gobierno de Perú necesita una entidad como el DNP de Colombia.

 

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