Perversa injusticia

Indalecio Dangond B.
30 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

“Uno puede estar o no de acuerdo con Luis Alfredo Ramos, pero demorar porque sí su sentencia también es corrupción”. Esta expresión de la periodista Salud Hernández Mora, publicada en su cuenta de Twitter, deja muchas dudas sobre la honorabilidad de aquellos magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que, teniendo los términos vencidos, no resuelven la situación jurídica de sus sindicados.

El caso del exsenador Luis Alfredo Ramos es aterrador. Cuando se lanzó a la Presidencia de Colombia en el 2014, de un momento a otro apareció un falso testigo que lo acusó ante la Corte Suprema de Justicia por presuntos nexos con paramilitares. A los pocos días le abrieron una investigación y le sepultaron su candidatura presidencial. Durante el desarrollo del proceso y en presencia de los nueve magistrados de la CSJ, estos falsos testigos fueron confrontados y desvirtuados de manera legal, pública y transparente. Uno de ellos se encuentra condenado y preso, dos tienen procesos pendientes de sentencia y dos están fugados.

No obstante que su proceso terminó el pasado 7 de marzo, con solicitud de absolución por parte de su defensa y de la Procuraduría General de la Nación (por no existir prueba alguna en su contra), el magistrado de la Corte Suprema de Justicia Eyder Patiño Cabrera sigue sin proferir un fallo final.

Lo que son las ironías de la vida. Cuando el presidente Juan Manuel Santos posesionó al magistrado Eyder Patiño, en Palacio de Nariño, por esos días habían capturado a once funcionarios judiciales por manipular casos penales en los Juzgados de Paloquemao de Bogotá. En su discurso de posesión, el presidente Santos dijo que “nada más peligroso para una democracia que jugar con el desprestigio institucional”. Y con el prestigio de las personas inocentes, señor presidente.

Parece que la tortura psicológica y la persecución política al exsenador Luis Alfredo Ramos no termina ahí. Cuando se prestaba a lanzar nuevamente su candidatura a la Presidencia de la República, vuelve y le aparece otro falso positivo judicial. Esta vez, con el sonado escándalo de corrupción del cartel de los magistrados prepagos de la Corte Suprema de Justicia. Ni el más estúpido de este país le paga 2.000 millones de pesos a un magistrado de la CSJ, para que lo prive de la libertad injustamente durante tres años y tres meses, le niegue dos veces el recurso de apelación a la libertad y posteriormente lo llame a juicio. Según declaraciones del exsenador Ramos, el magistrado Bustos avaló con su firma todas estas decisiones.

Desesperado de tanta injusticia, el exsenador Luis Alfredo Ramos, en una actitud valiente y oportuna, solicitó al fiscal Néstor Humberto Martínez y a la CSJ levantar la reserva de todas las pruebas que tienen sobre él, ponerlas en conocimiento de la opinión pública y que lo escucharan en versión libre, para aclarar los hechos que lo involucraban injustamente en ese escándalo de corrupción.

A pesar de haber demostrado su inocencia en el caso de los falsos testigos y de haber logrado probar que no pagó sobornos a ningún magistrado, tal como lo juraron el exfiscal Moreno y el abogado Pinilla, el calvario del exsenador Luis Alfredo Ramos parece no terminar. Qué perversa injusticia.

Twitter: @indadangond

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