A pesar de todo… ¡hay esperanza!

Luis I. Sandoval M.
21 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

A raíz de los impactantes hechos de la tercera semana de mayo, he oído en el ascensor, el paradero, la peluquería, la tienda, a diferentes personas decir: ¡Este país no tiene arreglo! ¡Es una vergüenza! Son muchas, muchísimas, las personas que sienten justificada indignación por los exabruptos de unas autoridades ante las legítimas decisiones de otras.

La situación presentada es, sin duda, de enorme gravedad y se explica que genere inquietud e incertidumbre, inclusive una profunda desazón. Pero, pasada la avalancha noticiosa, y analizadas las cosas con algún detenimiento, se va entendiendo que no es la perplejidad ni el desaliento el estado de ánimo que debe predominar en la ciudadanía.

A pesar de todos los hechos escandalosos ocurridos, y aun de la tendencia de la situación a empeorar, puede decirse con fundamento también en hechos relevantes que no todo está perdido, que están abiertas muy importantes posibilidades de cambio, es decir, a pesar de todo, ¡hay esperanza!        

No obstante todos los recursos empleados para hacer trizas la paz: desorientar a la opinión con mentira y manipulación, someter el Acuerdo de Paz a un proceso reduccionista incesante, entorpecer el proceso de reformas acordadas para el campo y la sustitución de cultivos de uso ilícito, objetar asuntos ya fallados por la Corte Constitucional, incapacidad y falta de voluntad política para garantizar seguridad a los excombatientes y líderes sociales, entorpecimiento de los organismos creados para desarrollar los acuerdos, desfinanciamiento de la implementación, desatención a la voz recurrente de la Naciones Unidas y la comunidad internacional demandando respeto por lo acordado y su cumplimiento, intento de volver a los falsos positivos como lo han informado en los últimos días el periódico norteamericano The New York Times y la ONG Human Rights Watch… a pesar de todo ello, y muchos otros desafueros contra la legalidad, la transparencia y la democracia, me atrevo a decir que, aun así, hay lugar a la esperanza. Se están creando las condiciones para revertir estas políticas.

Hay lugar a la esperanza, entre otros, por los siguientes hechos que todavía no son apreciados en todo su valor y potencialidad por sus propios generadores, actores y beneficiarios. El escenario de la política y la historicidad no está copado por los actores del retroceso, cada día es mayor la presencia e iniciativa de los actores decididos por la paz y la democracia ¡Ya no somos marginales!

Entre los hechos relevantes que generan esperanza se cuentan:

La ola de acción colectiva, la más notable en 40 años, protagonizada por movimientos sociales, regionales y étnicos que no cesan de hacer sentir el justo reclamo de reconocimiento y cambio en las condiciones de vida y de trabajo y en la relación con la naturaleza. Los movimientos —étnicos, rurales y urbanos, en gran parte protagonizados por jóvenes— están en plan de continuar sus luchas hasta lograr una verdadera incidencia política, hay una saga de expresiones colectivas que permite hablar de democracia de movilización.  

Cada vez es mayor la confluencia de fuerzas democráticas y la capacidad para dirimir la pluralidad de visiones y aspiraciones mediante consultas, encuestas y acuerdos. Poco faltó en la coyuntura electoral de 2018 para que esta dinámica de confluencia se impusiera. Con el entendimiento que se logró, aun incompleto, se obtuvo el inédito resultado de ocho millones largos de votos por la opción alternativa.

La comunidad internacional y los principales organismos encargados de prevenir conflictos y procurar la paz, como la Organización de Naciones Unidas (ONU), acompañan y respaldan el esfuerzo de Colombia por encontrar una salida política a su prolongado conflicto armado interno. La paz del país cuenta con un extraordinario apoyo prácticamente en todo el mundo.

Avanza en muy amplios sectores de la sociedad colombiana, en todos los niveles territoriales, la formación de un nuevo sentido común que se expresa en un ethos transformador que da prioridad a la vida, la justicia, la transparencia, la superación de relaciones depredadoras entre personas y grupos y con la naturaleza. Sentido común que recurre a la verdad y la memoria históricas para construir relaciones estéticas, esto es, de reconciliación y convivencia.

El más reciente de los hechos generadores de esperanza lo constituye el surgimiento del movimiento Defendamos la Paz (DLP), que es un conjunto plural mucho más amplio que todos los anteriores ensayos de entendimiento y confluencia para avanzar. DLP canaliza la energía de un conjunto creciente de fuerzas ciudadanas, civilistas y democráticas, que entienden la paz como un proyecto de país más justo y convivente. Hoy comparten el marco de entendimiento por la paz y la democracia fuerzas que antes no estaban en el campo del Sí.

Ahora mismo, después de una serie de importantes pronunciamientos y de exitosa acción parlamentaria frente a las objeciones a la JEP, DLP se propone una jornada nacional contundente por la vida de los líderes sociales, un millón de firmas por las circunscripciones especiales para las víctimas, la realización de una Conferencia Internacional por la Paz de Colombia, la continuación de la acción en defensa de la JEP… DLP se apoya, como ningún colectivo plural lo había hecho antes, en las redes virtuales para aproximar, compartir, coordinar acciones, construir consensos y lograr incidencia política. El camino de DLP por la paz real y completa apenas comienza…

Lo que en estos días se ha llamado crisis es la conmoción propia de una situación en la que todavía no muere lo viejo y aún no nace lo nuevo. Dramáticas circunstancias en la vida de un país. El alumbramiento doloroso de una nueva realidad. El pulso sigue vivo entre las fuerzas del retroceso y las que proponen una fuga hacia adelante y bregan por ella.

No es otra polarización, sí es el tránsito agitado, amargo unos días, dulce otros, hacia un nuevo estadio en el juego de pluralidad, que requiere actualizar el acuerdo sobre lo fundamental para que el país sea viable, se supere el crónico y nefasto esquema imperante de orden y violencia, y se consolide el trámite democrático de la conflictividad social, sin riesgo para la palabra o para la vida de nadie.   

Ahora mismo el país está a la expectativa de un paso en grande en materia de entendimiento, sin embargo el presidente Duque restringe los temas y los actores del acuerdo. ¿Cómo entender que se hable de gran acuerdo nacional si se excluye a las fuerzas diferentes al bloque de gobierno?

No obstante, es necesario proseguir la marcha guiados por la brújula del nuevo sentido común, con paso presuroso pero tranquilo, es lo menos que puede hacerse precisamente en el año bicentenario de la Independencia nacional. Fuerzas de oposición e independientes cada día son más conscientes de la responsabilidad que les corresponde en la creación de otra realidad política. Su iniciativa es clave en este momento de búsqueda de salidas a una compleja situación. Las circunstancias son difíciles, muy difíciles, pero a pesar de todo ¡hay esperanza!

@luisisandovallucho_sando@yahoo.es

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