Petro: ni extremista ni autoritario

Cristo García Tapia
15 de marzo de 2018 - 04:45 a. m.

Estos idus de marzo han sido promisorios con Colombia en su tránsito hacia una real, viva, incluyente democracia en lo político; en abrir y despejar los caminos para allanar las crecientes, lacerantes, desigualdades en lo social y económico; para afianzar y consolidar la paz y garantizar la vigencia y desarrollo de los acuerdos que la hicieron posible y pusieron fin a un conflicto armado de más de cincuenta años, cuyo cumplimiento se presenta como el más idóneo y expedito mecanismo para enfrentar con soluciones efectivas y legales el conflicto social.

Para preparar el advenimiento de la modernidad en el aparato productivo y en la economía en su conjunto, hoy limitada y atascada en el atraso y la dependencia de un modelo de minería extractiva poco amigable con el medio ambiente y con los mercados ricos que, cada vez y en mayor cantidad, reducen su demanda y dependencia de lo que aquella produce, petróleo y carbón, y la reemplaza por energías alternativas y consumos limpios.

Para recomponer una Colombia deshumanizada por los desequilibrios sociales y la inequidad, agentes naturales de la violencia, la exclusión política y la tiranía de un poder que, al igual que en su particular provecho e interés acapara el Estado y la administración pública en sus divisiones, limita el crecimiento, expansión, diversificación, competitividad y productividad de la economía y el aparato productivo nacional, con la consecuente  incapacidad para producir bienes de capital, empleo, ahorro, riqueza, ciencia y tecnología, que den en generar y procurar el estado de bienestar que demanda la sociedad colombiana.

Para eso, para recomponer, para enderezar lo torcido, para diversificar y dinamizar la economía, para crear riqueza en y desde el campo, para promover la inversión que genere producción, empleo y demanda de bienes, para consolidar la paz y desarrollarla como política pública, llega Petro con la Colombia Humana.

Para ponerle freno a la corrupción, para ejecutar políticas publicas de preservación del medio ambiente, para aumentar la cobertura y democratizar el acceso a la educación pública superior, para garantizarle a todos los colombianos su derecho a la salud, a la seguridad urbana y rural, a una justicia despolitizada e imparcial, llega Petro.

Ni autoritarismo ni extremismo ni nada que a tal se parezca o huela, representan o encarnan las propuestas y proyecto político de Gustavo Petro para ser Presidente de Colombia; para gobernar y hacer efectivos para todos los colombianos, sin discriminar ni excluir, derechos que, no obstante estar preceptuados en la Constitución Nacional, nunca se han garantizado ni hecho efectivos.

¿Será el reconocimiento de esos derechos básicos, inalienables, de tantos colombianos de todas las clases y condiciones, lo que incomoda a ciertos columnistas y locuaces lideresas biempensantes del altozano capitalino, manipuladores de oficio de la opinión pública y la verdad, para salir ahora con el chorro de babas de que Petro es extremista y autoritario?

¡Joder!

Ni extremismo, ni autoritarismo, ni comunismo, ni expropiación, ni castrochavismo. Nada de eso ha propuesto ni hará Petro, lo suyo es lo que quiere, siente y pide con vehemencia la inmensa mayoría de colombianos de todas las clases y condiciones que lo elegiremos en mayo presidente de Colombia.

*Poeta

@CristogarciaTap

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