Picar en el barrio

Tatiana Acevedo Guerrero
16 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Esparcido a través de la picadura de un zancudo Aedes aegypti infectado, el virus del zika fue descubierto por primera vez en Uganda en 1947. Llegó a Asia sudoriental alrededor del siglo XX y, en el XXI, viajó por las islas del Pacífico hasta América del Sur. Tras entrar por Brasil, el zika se extendió y pasó por el Caribe. Casi en todo se parece al Dengue, pero a diferencia de este, el zika ha sido relacionado con el síndrome de Guillain-Barre y la microcefalia.

Aunque no existe consenso sobre cómo llegó el virus a Brasil hay ciertas certezas sobre cómo hizo para quedarse. El informe de Human Rights Watch publicado esta semana describe cómo las condiciones del noreste de Brasil son ideales para la rápida propagación del zancudo Aedes. El zancudo cundió con presteza entre las casas, en el clima cálido y húmedo de la zona. Además, investigaciones sugieren que el fenómeno del Niño de 2015, en el contexto del cambio climático y aumento de las temperaturas, colaboró. Pero además el informe define causas quizás más importantes. Sentadas en relaciones socioeconómicas desiguales y legados de racismo, se acumularon décadas de subinversión en servicios públicos de agua, alcantarillado y recolección de basuras.

Tras la detección de la relación entre microcefalia y zika cientos de mujeres embarazadas se vieron enfrentadas a nuevas incertidumbres, en un contexto de acceso limitado a servicios de salud y a derechos sexuales y reproductivos. De acuerdo con Human Rights Watch, el brote de virus zika en Brasil “afectó de manera desproporcionada a las mujeres y niñas y agravó los problemas de derechos humanos de larga data, incluyendo el acceso inadecuado al agua y al saneamiento”. La investigación documenta problemas en la respuesta de las autoridades brasileñas y alerta sobre la vulnerabilidad de las poblaciones a brotes de otras enfermedades graves, transmitidas por los Aedes (o a un brote cíclico del zika).

Una alerta exacta cabe para Colombia, el segundo país más afectado por esta enfermedad después de Brasil. Nuevos brotes de zika, dengue y demás virus que transporte el Aedes podrán aterrizar en los mismos barrios y familias (al igual que en Brasil se reportaron más casos en mujeres). Turbaco, San Andrés, Girardot, Villavicencio, Soledad, Cúcuta, Quibdó, Buenaventura, Riohacha: todas ciudades donde el virus cristalizó, son también ciudades de grandes diferencias donde el zancudo prefiere vivir. Lugares con altos coeficientes de desigualdad, altas tasas de desempleo y de vivienda informal. De cortes cotidianos de agua (que llevan a que la gente la almacene), de tarifas costosas (que llevan a que la gente la recicle), de inequidades en el servicio de recolección de basuras e inundaciones súbitas debido a carencias en infraestructuras de drenaje.

Al igual que en Brasil, la respuesta colombiana se concentró en la remoción de almacenamientos de agua al interior de los hogares y en la aspersión de pesticidas en los patios. En lugar de planear inversiones adicionales en infraestructura de agua y saneamiento para acelerar el cierre de brechas entre distintos barrios, la respuesta estatal se limitó a exigir más trabajo por cuenta de las mujeres en los sectores de menores ingresos. Esto debido a que, en general, muchas mujeres son las responsables de manejar el almacenamiento de agua, cuando existe conexión pero es intermitente. No sólo se les pidió deshacerse del agua almacenada, sino que también, en respuesta a la emergencia de hidrocefalia, se les aconsejó evitar los embarazos durante el pico de la epidemia. Encargadas de no almacenar agua y no quedar embarazadas, muchas sintieron el peso y ansiedad de la culpa. Pues de contraer el virus serían ellas mismas las responsables.

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