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Plan Colombia para siempre

Santiago Villa
10 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.

Al único país que realmente le importa la guerra contra las drogas es a Estados Unidos. Quiero decir, a un nivel transnacional. Lo suficiente para ponerlo como prioridad en su agenda de relaciones internacionales con los países productores de América Latina. También como para realizar maniobras de entrampamiento, con el fin de llevarse preso a un guerrillero desmovilizado, a costa de los Acuerdos de Paz y la estabilidad de un país.

Es una guerra que ya se ha vuelto más que todo negocio redondo para los policías y los ladrones, tirios y troyanos, a costa de los contribuyentes y los muertos que ponemos los países productores.

No es la prioridad de los estadounidenses de a pie, para quienes más que la cocaína y la marihuana, ahora les preocupan los opiáceos y la metanfetamina. Sustancias que no tienen nada que ver con el sufrimiento de los campesinos colombianos, ni con las fortunas de los principales contrabandistas de cocaína en Colombia, y los señores de la guerra que crean ejércitos para asegurar la cadena productiva y exportadora.

No diría, sin embargo, que el Plan Colombia fue un fracaso rotundo.

Sí fracasó en la lucha contra las drogas, como fracasará cualquier política antidrogas, y en especial las militares, porque las drogas no se van a acabar. Estados Unidos, el mundo, no va a dejar de consumir cocaína en grandes cantidades, y Colombia no dejará de exportarla en grandes cantidades.

En lo que el Plan Colombia tuvo éxito fue en debilitar militarmente a las Farc. Lo suficiente para que aceptaran la vía negociada: una opción que despreciaron en 1998, cuando estaban en el cénit de su poder y no había aún Plan Colombia.

Ahora comienzan las ironías.

El Plan Colombia no habría sido necesario si la ilegalización de la cocaína no convirtiera en un multimillonario negocio el traficarla. Sin el dinero de la cocaína, las Farc difícilmente habrían puesto en jaque al Estado colombiano. No habrían tenido los recursos.

Una vez el Plan Colombia entra en ejecución, no hace mayor cosa por acabar con el narcotráfico, que sigue campante a pesar de las inversiones multimillonarias para “derrotarlo”.

Después de haber gastado unos 9 mil millones de dólares, de los cuales la mayoría fueron para empresas de armamento estadounidenses, y que dieron para serruchos de altos mandos militares colombianos y hasta para pagar falsos positivos, no se hizo ni mella en el negocio del narcotráfico. Sigue y seguirá campante.

Así que esta parecería una maniobra estúpida si no recordamos que el propósito número uno del Plan Colombia no tenía tanto que ver con Colombia y con los narcos, como con los congresistas que representaban a los estados y distritos donde operaban las empresas de helicópteros, aviones de fumigación, repuestos, y diverso armamento cuya fabricación es el verdadero motivo por el que existe la guerra contra las drogas.

En otras palabras: el Plan Colombia no era para solucionar el problema de las drogas en Colombia, sino para mantener aceitada la rueda del gasto militar estadounidense en la década de la post-Guerra Fría, cuando a Estados Unidos se le acabaron los enemigos. Recordemos que cuando se aprobó el Plan, aún no había comenzado la Guerra Contra el Terrorismo.

La burocracia, además, vive del narcotráfico. La DEA necesita que haya traficantes y carteles para sobrevivir como institución. Si se acaba el tráfico ilegal de narcóticos, ¿a qué dedicarán su tiempo los miles de agentes antinarcóticos, su obesa burocracia y sus jugosos presupuestos?

Así que la misión es combatir el narcotráfico para siempre, porque hay mucha gente que vive de eso. Es un Sísifo que depende de su tormento. Algún funcionario que quiere un ascenso, un lobista que quiere mover a un grupo de congresistas, o toda una institución, de vez en cuando le dará una patadita a esa roca para que ruede, como lo hizo cuando quiso sabotear el Acuerdo de Paz, lo único bueno que salió del Plan Colombia.

Twitter: @santiagovillach

 

Atenas(06773)10 de diciembre de 2020 - 07:17 p. m.
Somero o pandito discursito de Villach. Con licencias de barata retórica q' no deja uno de sonreír: USA no puede echarle el ojo o mano a un asesino transnacional q' habilidosa/ ganó tiempo con la bandeja de plata q' puso a su alcance un tartufo señorito santafereño en clara connivencia, dice el somero, o mero mero. ¡Ummhh!
Pedro(18355)10 de diciembre de 2020 - 01:45 p. m.
EL gasto militar de USA en Colombia fue de 5 o 10 mil millones de dólares en diez años. Y el presupuesto militar de USA es de 700 mil millones cada año. No fue mucho el aceite. Se demonizó a Colombia identificándola con la cocaína, por razones psicológicas (tener un enemigo) , por satisfacer el moralismo y porque hay un sector de "lucha contra las drogas" que depende de que sean ilegales. Sórdido.
jorge(266)10 de diciembre de 2020 - 12:33 p. m.
Es que el negocio es de ellos, los USA. Los gringos sobretodo con la cocaina solo necesitan la tierrita (Colombia y los paises andinos) para cultivos y laboratorios para procesarla, lo demas lo ponen ellos incluido el cartel mas grande, la DEA. La guerra les da mas reditos por que incrementa sus ingresos, venden desde armas hasta politicos que gobiernan sus fincas.
ERWIN(18151)10 de diciembre de 2020 - 11:30 a. m.
asi mismo es .. es un negocio para todos y no pueden acabarlo ... para todos .. y multimillonario .. para todos
  • Arturo(82083)10 de diciembre de 2020 - 04:46 p. m.
    A quienes comen de la chacita de 4 billones mensuales, que es el presupuesto de las fuerzas militares, les puede interesar que la guerra se acabe? Ni bobos que fueran! El negocio de la guerra tiene que seguir, y si por accidente (Dios guarde!) se acaba el enemigo, se busca y se encuentra otro.
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