Publicidad

Plegarias atendidas

Francisco Gutiérrez Sanín
20 de febrero de 2009 - 01:36 a. m.

SEMANA AGITADA. SUCESIÓN CONTInua de temas significativos, o al menos calientes, desde el repugnante asesinato de indígenas por parte de las Farc —¿y qué tal la justificación?: típicamente paramilitar— hasta agitados movimientos electorales, pasando por el triunfo de Chávez en su referendo.

Me concentro en este último, con un giro final colombiano, pues los otros eventos seguirán teniendo ecos en nuestra política local.

Ante todo, hay que constatar que el fenómeno Chávez corresponde a un patrón de gobierno que se ha ido generalizando. Apareció con fuerza en el mundo andino con Fujimori, tuvo réplicas en Centroamérica, algunas otras bastante longevas en África (Museveni en Uganda) y es un modelo atractivo en el mundo ex socialista. También en algunos países desarrollados se ha coqueteado con él. El método es fácil de describir: creación de un caudillo, lujuria mediática de ese caudillo, hipertrofia del Ejecutivo a costa de los otros poderes públicos, debilitamiento de la autonomía de éstos y del aparato judicial, perpetuación en el poder del jefe de Estado a través de la manipulación de las reglas de juego, niveles de represión relativamente bajos combinados con un discurso pendenciero y amedrentador (como en el ajedrez: la amenaza es más fuerte que la ejecución). El ruso Putin produjo una innovación: el caudillo puede ungir a un segundón, a través del cual gobierna mientras vuelve. Así no sale nunca del poder, pero puede conservar mejor las apariencias.

Otro ruso acuñó (elogiosamente) el término que, según creo, mejor describe este método de gobierno: semidemocracia. Muchos líderes consideran la democracia liberal como un estorbo, pero los costos internacionales de ir hacia la dictadura abierta resultan prohibitivos. La solución es, pues, quedarse a mitad de camino. Por razones complejas que es imposible desarrollar aquí, no es infrecuente que obtengan amplio apoyo social. En el caso venezolano, no tengo duda de que, pese a las asimetrías obvias involucradas en el evento, Chávez ganó de manera genuina y amplia. Y esto, pese a que ya siente el desgaste de la continuidad en el poder, tiene una oposición hábil que después de años de esterilidad y derrota al fin entendió que tiene que actuar unida y basarse en un discurso que también le sepa hablar al ciudadano chavista.

Déjenme ahora volver a Colombia y echar hacia atrás el carrete de la película. Los protagonistas del episodio son Carlos Andrés Pérez y Juan Manuel Santos. El contexto: un panel internacional de hombres públicos. Santos dice, estamos hablando de la segunda mitad de la década de los 90, que necesitamos un “fujimorismo a la colombiana”. Eso le vale un severo rapapolvo por parte de Pérez. Pues a la larga se impuso la solución semidemocrática que preconizaba Santos: en ambos países. El horizonte de imaginación política de los uribistas parece atrapado entre las soluciones de Chávez y Putin. Sólo que en Colombia no servirá siquiera un segundón; en nuestro plan B no hay espacio para algo mejor que un perrito faldero. Así que Santos, que aspira, se quedará haciendo cola. Cuánta razón tenía Santa Teresa cuando escribió que a lo que más había que temerle era a las plegarias atendidas.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar