¡Pliego justo: tratamiento injusto!

Luis I. Sandoval M.
03 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Lo que corrientemente se llama pliego, cuyo nombre real y completo es Agenda del Comité Nacional de Paro para la Negociación con el Gobierno Nacional, es una formidable síntesis de problemas y soluciones acumulados por los movimientos sociales en por lo menos una década, desde la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) que surgió en mayo de 2011.

Los pliegos, las marchas y paros con que se respaldan, no surgen por capricho de los pueblos y sus líderes, o por prurito opositor a un gobierno o presidente. Estas manifestaciones, a veces explosivas (bomba social), son expresión, como decía el maestro Orlando Fals Borda, de “sociedades malformadas”, es decir, se dan porque algo anda mal en la democracia: o no funciona bien el Estado, o no funcionan bien los partidos, o hay una conmoción en la cultura, o todas esas cosas juntas. 

Me consta el largo y dispendioso proceso de surgimiento del actual pliego. El primer esbozo lo constituyen los 15 puntos contenidos en Carta del Comando Nacional Unitario de las centrales sindicales y organizaciones sociales al Presidente Juan Manuel Santos como razón del paro nacional convocado para el 17 de marzo de 2016.

Ese núcleo de demandas o exigencias se ha venido incrementando con el correr de los días ante los estragos humanos y ambientales del modelo económico y ante el incumplimiento de los acuerdos a que el gobierno ha llegado con memorables acciones de protesta protagonizadas por sectores sociales, regiones o ciudades enteras. Es así como surge este pliego que contiene 104 puntos alrededor de 13 grandes ejes o temas.         

El 21N (21 de noviembre 2019) las organizaciones sindicales y sociales, que hace años venían planteando la necesidad de un paro nacional de protesta y resistencia, fueron sorprendidas por el hecho de que su convocatoria canalizó la inconformidad de millones y millones de sectores medios empobrecidos y de quienes conforman las inmensas franjas de la informalidad y el precariado. Los jóvenes, hombres y mujeres, sin universidad y sin empleo, reprimidos por el Esmad, en primera línea.    

Cuatro son las áreas en que se pueden organizar los ejes y puntos del pliego: A. Aspectos políticos, eje 1 (protesta social), 4 (anticorrupción), 6 (derechos humanos), 8 (derechos políticos y garantías); B. Aspectos económicos y sociales, eje 2 (derechos sociales), 3 (derechos económicos), 7 (derechos de la madre tierra), 9 (cuestión agraria, agropecuaria y pesquera); C. Acuerdos, eje 5 (paz), 10 (incumplimiento de acuerdos entre gobierno, procesos y organizaciones); D. Aspectos normativos, eje 11 (retiro de proyectos normativos), 12 (derogatoria de normas), 13 (construcción normativa).

Categorizar, ordenar, sintetizar, acordar entre tantos actores no solo el contenido sino el lenguaje es una verdadera proeza. Nada se incluye a la ligera, sin doliente o sin soporte. Ningún punto carece de razón. El pliego es completo, concreto y claro. A un paso tan serio, movido por un genuino interés de buscar soluciones mediante el diálogo, normalmente solo debería corresponder un paso análogo del gobierno sentándose a una mesa de negociación, con Presidente y Ministros al frente, como lo solicitan legítimamente los voceros de la protesta. El gobierno apela, en cambio, a la descalificación, la dilación y la represión.

¿Por qué cuando los gremios económicos presentan sus inquietudes, el gobierno corre presuroso a escucharlos, recibirlos y darles respuesta? El recurso a la marcha o el paro ocurre solo por una razón: porque se cierran las vías del diálogo democrático. Desde finales del siglo XIX se aceptó en los regímenes de democracia liberal que el trabajo constituía la parte débil frente a la parte fuerte el capital. Por eso se consagraron los derechos de asociación, manifestación y huelga, fruto de grandes acciones de protesta, muchas de ellas anegadas en sangre. 

El gobierno del Presidente Duque le está dando un tratamiento injusto a un pliego justo. Hasta ahora los dirigentes del movimiento se han dirigido solo al gobierno, pero ya están surgiendo voces que sugieren tratar con los diversos poderes públicos, según su competencia, los múltiples y diversos temas del pliego. Hay puntos que son de exclusiva competencia del gobierno, hay otros que podrían discutirse con las bancadas parlamentarias, otros con los órganos de control, inclusive algunos con las Cortes.

Informar sobre los problemas a los diferentes poderes quizá termine arrojando luz sobre posibles soluciones y facilitando las cosas al Ejecutivo. A nadie he visto entre los dirigentes de la protesta que espere salir en pocas horas con acuerdo sobre los 13 ejes y los 104 puntos. Lo que sí esperan todos es que se escuche su clamor y aparezca la disposición al diálogo.

Si la respuesta del gobierno sigue siendo refractaria a las legítimas aspiraciones sociales, al reclamo elemental de garantías para la vida de los líderes sociales y reincorporados por el acuerdo de paz, esa terquedad puede conducir a una radicalización de los sectores movilizados de tal manera que se produzca un verdadero paro general –servicios, transporte, bancos, comercio, producción, oficinas públicas- pudiendo llegar a tener características de desobediencia civil. Así responden los pueblos al mal gobierno.

Otra derivación posible de toda la agitación en curso podría ser que la inconformidad tome el cauce de una opción política más dada a realizar la promesa del estado social de derecho, la justicia social y la paz, y se instaure, por voto ampliamente mayoritario en 2022, un gobierno alternativo con un programa que daría satisfacción, al menos parcial, a las justas demandas no atendidas a tiempo. El desangre y el desafuero tienen que parar.

En Ecuador, ante el rechazo manifestado en multitudinarias marchas, se derogaron medidas económicas impuestas por organismos supranacionales; en Chile se abrió camino una reconfiguración de la institucionalidad política mediante la vía constituyente; en Argentina, antes en México, se produjo un cambio de gobierno. Colombia no puede ser la excepción. También aquí la indignación sostenida de tanta gente del común tiene que encontrar la vía de un cambio real en democracia.         

El pliego del paro no es lista de mercado, es una compleja manifestación de intereses legítimos tan seria e importante, sin exageración, como las demandas de Los Comuneros en 1781, la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano realizada por Antonio Nariño en 1793, la oración por la paz de Gaitán pronunciada en 1948. Una agenda de sociedad está surgiendo hoy en Colombia que puede llevar a transitar de la inveterada república elitista a una verdadera república democrática. ¡Derechos, justicia, dignidad,  buen gobierno!

@luisisandoval    luis.sandoval.1843@gmail.com    

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