Pobre Bogotá

Óscar Sevillano
22 de febrero de 2018 - 04:35 a. m.

Cada vez que leo un trino que tiene que ver con la pelea de comadres entre el alcalde mayor de Bogotá y el exalcalde Gustavo Petro, por un supuesto modelo de ciudad, solo puedo decir dos palabras: pobre Bogotá.

Nadie me puede negar que el saldo de esta especie de patria boba en la que cayó Bogotá por cuenta de un mandatario local que, en lugar de tomar el cargo con humildad, llegó con una actitud bastante sobrada a querer borrar de un solo plumazo todo lo que hizo su antecesor,  y un exalcalde que con tal de no dejarse sacar de la mente de los bogotanos se dedicó a llevar la contraria de todo cuanto dijera su sucesor, sin importar que para esto en ocasiones haya tenido que acudir a la mentira, aprovechándose de la poca memoria que tienen los colombianos.

Hoy Bogotá no se sabe para dónde va, si toma el rumbo de una ciudad que le apuesta a la modernidad, con un sistema de transporte urbano multimodal, que hace respetar el espacio público como un bien común y que trabaja por dignificar el entorno de los barrios con población vulnerable, o si le apuesta a un modelo que respeta los derechos humanos de sus habitantes, garantizándoles una condiciones mínimas de subsistencia.

Para colmo, la falta de astucia de Enrique Peñalosa y su insistencia en tomar decisiones que le han llevado a perder el apoyo ciudadano han provocado no solo el descontento de la mayor parte de los bogotanos, que podrían pasarle cuenta de cobro en una posible revocatoria de mandato. Sin embargo, el mandatario capitalino, haciendo gala de su terquedad, continúa desafiando a la ciudad con discursos que parecen aconsejados no por sus asesores, sino por sus más grandes enemigos.

La consecuencia de este extraño proceder político de Enrique Peñalosa es la resurrección de Gustavo Petro, de quien se rumora que de no ganar la Presidencia de la República en las próximas elecciones dejará su nombre listo para volver a aspirar a la Alcaldía Mayor de Bogotá, y aunque no me guste ni poquito la idea, debo reconocer que tiene inmensas posibilidades.

La más grande víctima de la pelea entre estos dos súper egos, (Peñalosa versus Petro) es la ciudad de Bogotá, que no tiene un rumbo definido, porque en el caso de que Gustavo Petro retorne a la Alcaldía Mayor de Bogotá lo hará con la misma actitud con la regresó Enrique Peñalosa, es decir, con el llamado “complejo de Adán”, que es el mal de los políticos que han gobernado a la capital de la República, quienes han ejercido el cargo creyendo que la historia comenzó con ellos.

En la ciudad de Bogotá no existe modelo de ciudad, lo que hoy tenemos es una confrontación entre dos egos políticos que al parecer son más grandes que el tamaño del sol, y que tienen a la capital sumida en la más grande incertidumbre, que es lo que ha hecho que de la noche a la mañana se cambie un modelo de metro porque al alcalde de turno no le gusta el que deja su antecesor, y poco le importen las grandes cantidades de recursos económicos que se invirtieron en sus estudios; que se haya abandonado el Transmilenio durante ocho años, lo que hace que hoy luzca como un sistema inviable, tomado por el desorden y la inseguridad, y ni hablar de los dos últimos cambios en el modelo de recolección de basuras de las dos últimas administraciones, ambos ejecutados con un tanto de improvisación, con lo que han sometido en dos ocasiones a la ciudad a una indiscutible crisis sanitaria.

Cuando Enrique Peñalosa tomó posesión del cargo por segunda vez, escribí en una columna de opinión que debía tener mucho cuidado con la manera de comunicar sus ideas, porque la ciudadanía de hoy no traga entero; que era necesario afinar y mejorar los canales de comunicación en la Administración Distrital y que se trataran de calmar las expectativas que se tenían con su regreso al Palacio de Liévano a través de un constante diálogo ciudadano, pero sobre todo que tuviera en cuenta que aunque Gustavo Petro gobernó mal a la capital de la República, no todo lo que hizo estaba mal, que había gestiones que valía la pena darles continuidad, en su mayoría en temas sociales.

Lástima que los oídos del alcalde mayor parece que se atrofiaron con el paso de los años, porque por cuenta de no escuchar hoy Bogotá no tiene rumbo fijo y los planes del actual mandatario parecen haberse quedado en los renders que a diario publica. Mientras tanto, Gustavo Petro se frota las manos y disfruta.

A propósito de Petro, me llama la atención su propuesta de una convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente. ¿Será que tiene la idea de abrirle paso a la reelección inmediata indefinida como lo han hecho ciertos presidentes vecinos de corte socialista?

@sevillanojarami

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